Un mayor acceso a la salud, calidad en las atenciones sanitarias y facilidad en la obtención de los medicamentos indicados son sólo una parte de lo requerido para que un paciente logre mejorar su salud o mantenga una buena calidad de vida a lo largo de los años. La adherencia y el cumplimiento al tratamiento pasan a ser claves para aquello, aunque es uno de los temas más desapercibidos dentro de las políticas o programas de salud.
Uno de los factores más importantes a considerar para generar este cumplimiento es, sin dudas, el paciente. El incumplimiento terapéutico va a depender de la edad, grado de dependencia, la motivación, la ayuda familiar y la polimedicación. Desafortunadamente, los pacientes crónicos poseen muchas de estas condicionantes, y si consideramos que análisis realizados por la Facultad de Medicina de la U. Católica a la última Encuesta Nacional de Salud, más de 11 millones de personas viven con -al menos- una enfermedad crónica y casi 2.5 millones con cinco o más, este es un tema del que debemos ocuparnos con urgencia.
La falta del cumplimiento terapéutico genera repercusiones médicas, económicas y psicosociales complejas. Implica retrasos en los resultados del tratamiento, aumenta los índices de hospitalización, recaídas, la aparición de complicaciones y disminución en la calidad de vida; pero también un incremento sustancial en el gasto sanitario y un incremento en la mortalidad de los pacientes, especialmente aquellos que padecen enfermedades crónicas. De hecho, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de la mitad de nuestra población fallece debido a estas enfermedades.
Por esto, la comunicación entre el personal sanitario y el paciente es clave para que éste entienda por qué, para qué y qué beneficios le traerá seguir el tratamiento tal como se le ha indicado, junto con acciones que le ayuden a un cumplimiento adecuado. Las estrategias de educación y comunicación médico-paciente son fundamentales, pero también aquellas técnicas y conductuales como pautar dosis menos frecuentes o un régimen más simple, utilizar medicamentos de acción prolongada o con asociaciones de principios activos, sistemas de recuerdos físicos como pastilleros, mensajes o llamadas, y de instrucciones sobre la posología y horarios, supervisados por familiares y el mismo personal sanitario que incluye a médicos, farmacéuticos y profesionales especializados en ayudas sociales para estos pacientes, en caso que corresponda.
Muchos pacientes cuando comienzan a sentirse bien pausan la terapia y otros, enfrentados a tratamientos largos, luego de un tiempo, comienzan a olvidarse de los horarios y formas indicadas. Esto es un tema complejo, multifactorial y con soluciones que deben ser multidisciplinarias. No obstante, insistimos que, a pesar de los avances en el acceso, si no se cumple de forma adecuada con los tratamientos, muchos de los esfuerzos para sanar o mejorar la calidad de vida de un paciente, serán en vano.
Equipo Prensa
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