La deshidratación puede ser riesgosa a cualquier edad, pero requiere especial cuidado si se trata de lactantes, niños pequeños y adultos mayores, ya que pueden requerir asistencia para mantener el agua corporal. En el inicio del verano -este 21 de diciembre-, pon atención a estas recomendaciones.
Si tú o alguna persona de tu familia se siente cansada, con dolor de cabeza o malhumorada, es fácil creer que viene un resfriado o un virus. Sin embargo, la culpa la podría tener la deshidratación. “La gastroenteritis viral, fiebre, náuseas matutinas, temperaturas sofocantes, realizar ejercicio excesivo en un día de mucho calor, e incluso viajar, son causas comunes de deshidratación”, indica el Dr. Oscar Hincapié, Director Médico de Abbott Nutrición.
Deshidratación es, básicamente, una pérdida del agua corporal. Esto incluye agua y electrolitos tales como sodio, cloruro y potasio. El agua es muy relevante, ya que compone el 60% del peso corporal en adultos, y más del 75% del peso corporal en niños. Necesitamos el agua para actividades tan importantes como regular la temperatura corporal, mantener piel y articulaciones saludables, digerir la comida, remover los desechos y ayudar a nuestros cerebros a funcionar al máximo.
La necesidad de agua varía de una persona a otra según diversos factores como el estado de salud, la actividad que realiza y el lugar en donde vive. En Chile, el Ministerio de Salud recomienda ingerir entre 6 y 8 vasos diarios de agua al día para mantenerse hidratado3. No obstante, entre los adultos mayores de 60 años, solo el 22,2% de las mujeres y el 18,6% de los hombres cumple con esta recomendación, según un estudio publicado en la Revista Médica de Chile.
“Cuando tu cuerpo pierde más agua de la que puedes reponer, y la deshidratación es moderada o severa, pueden desarrollarse serias complicaciones, tales como convulsiones, falla renal o un descenso en el volumen de la sangre que puede afectar a la presión arterial”, advierte el Dr. Hincapié.
La buena noticia es que, siguiendo algunos sencillos tips, puedes aprender a reconocer los signos de la deshidratación en niños y adultos mayores, para poder reaccionar rápidamente en caso de ser necesario.
Conoce quiénes están en riesgo
La deshidratación puede afectar a cualquier persona, sin importar su edad, incluso teniendo un buen estado de salud. Sin embargo, algunas personas son particularmente propensas a la deshidratación, y entre ellas se cuentan los bebés, los niños pequeños y los adultos mayores.
“Es importante que nos preocupemos de los bebés y los niños más pequeños, porque sus cuerpos contienen una mayor proporción de agua, por lo que la pérdida de agua los impacta más rápidamente”, dice el Dr. Oscar Hincapié.
La deshidratación se transforma en una preocupación cuando una persona pierde apenas el 3% de su peso en agua. Para un bebé de 7 kilos (entre 5 y 6 meses de edad), esto significa 240 ml. de agua, equivalente a un vaso pequeño, por lo que la deshidratación puede suceder rápidamente.
En el caso de los adultos mayores, ellos pueden tener bajas de líquidos por diferentes razones. La primera es que, simplemente, olviden tomar agua. Nuestra percepción de la sed puede volverse menos sensible con la edad, por lo que es posible que algunas personas no se den cuenta de que no han bebido suficiente agua durante el día. Hay otras causas también. Los mayores de la familia pueden estar tomando medicamentos tales como diuréticos que los deshidratan, o puede que no tomen suficiente líquido simplemente para evitar tener que ir frecuentemente al baño.
Síntomas sutiles
La deshidratación puede volver a las personas irritables y letárgicas. Así también, puede haber otros síntomas según la edad. En el caso de los bebés, puede que lloren sin lágrimas, que tengan la boca seca o fiebre moderada, y que no mojen sus pañales. Los adultos pueden sentirse mareados o sedientos, tener dolor de cabeza, estreñimiento o piel seca, y su orina puede ser más oscura que lo usual (normalmente debería ser más clara o de un color amarillo claro).
Los lactantes resultan afectados de manera más rápida por la pérdida de líquidos. Por eso, siempre es mejor llamar a un pediatra tan pronto como se sospeche de deshidratación, y continuar su alimentación normal con leche materna (o fórmula si es el caso).
Los líquidos primero… ¡y las comidas cuentan!
Si hay evidencia de deshidratación, un vaso de agua es un buen comienzo, pero puede que necesites una solución de rehidratación oral. ¿La razón? Cuando perdemos líquidos debido a la transpiración, la exposición a altas temperaturas, diarrea o vómitos, nuestro cuerpo también pierde electrolitos, tales como el sodio, el potasio y el cloro, necesarios para mantener el balance de fluidos y tener nuestro sistema nervioso y nuestros músculos funcionando adecuadamente. “Al tomar una solución de rehidratación, podemos ayudar a recuperar los electrolitos perdidos”, indica el Dr. Oscar Hincapié, Director Médico de Abbott Nutrición.
Es también muy útil tener en mente que la hidratación no solo depende de lo que bebemos. Si los líquidos aportan el 80% de nuestro consumo diario de agua, la comida aporta el otro 20%. Alimentos como frutas, verduras, avena y yogur tienen alto contenido de agua y ayudan a mantener el cuerpo hidratado.
Equipo Prensa
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