Una radiografía realizada por la fundación YoQuieroEstar, dio cuenta de un importante aumento de estas cifras. La flexibilidad laboral asoma como un factor clave para reducirlas.
Más del 40% de los padres han debido recurrir a licencias médicas, permisos administrativos o incluso pedir vacaciones, para poder cuidar a sus hijos, según un estudio realizado por la fundación YoQuieroEstar. Durante la pandemia los empleadores aceptaron el teletrabajo debido a que no había otra opción, y actualmente, no hay cifras que demuestren que haya bajado la productividad de los trabajadores con esta modalidad de trabajo. Sin embargo, con el cese de la pandemia, muchos trabajos volvieron a la presencialidad total.
“En general, se piensa que con el teletrabajo se trabaja menos, y se pierde el tiempo, porque no estamos acostumbrados a trabajar por objetivos”, explica Jimena Valenzuela, directora del Instituto de Ciencias de la Familia UANDES. Para los trabajadores con obligaciones de cuidado de niños pequeños o personas no autovalentes “muchas veces no les queda más opción que recurrir a lo que señala la nota: licencias, vacaciones, etc. cuando, por cualquier eventualidad, no tienen quien cuide” explica.
¿Qué medidas implementar para mejorar la situación? Para Valenzuela, la flexibilidad laboral es clave. Que se generalice la modalidad de trabajo híbrida. En este caso, es el trabajador y empleador quienes se ponen de acuerdo sobre cómo se implementa la “hibridad”, según los requerimientos de la empresa y las características del trabajo. Esto, para ella “hace posible turnarse con la pareja o con otro miembro de la familia que pueda cuidar. En esta misma línea, es una buena noticia el avance del proyecto de ley de conciliación trabajo y cuidado que nos ocupa”, comenta.
Si no se buscan soluciones, este fenómeno puede impactar incluso de forma importante la calidad de vida de los trabajadores. “Cuando las labores de cuidado, por las exigencias del trabajo sin ninguna flexibilidad, se tornan absolutamente estresantes muchos trabajadores optan por dejar de trabajar, subemplearse o asumir un trabajo informal”, plantea Valenzuela. Este fenómeno, afirma, sobre todo afecta a las mujeres, que son las que tradicionalmente se ocupan del cuidado, con todas las consecuencias negativas que esto tiene: pobreza, falta de seguridad social, pérdida de independencia económica.
Fenómenos que tampoco ayudan a la persona “cuidada”. También, como el cuidado trae tantos costos cada vez “nacen menos niños que permitan el relevo generacional con el consiguiente envejecimiento de la población. Adultos mayores o personas con alguna discapacidad abandonadas y mal atendidas con más problemas de salud física y mental, y otras”, finaliza Jimena Valenzuela.
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