Alteraciones sensoriales, confusión, agitación y cambios drásticos en el comportamiento son algunos de los efectos secundarios provocados por el uso de medicamentos sin receta médica.
En el periodo de exámenes finales, por lo general, los estudiantes recurren a fármacos como el metilfenidato (más conocido como Ritalín, Aradix o Concerta) y el modafilino (Mentix, Alertex o Resotyl), que son utilizados para tratar el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), sin contar con una receta médica, para así aumentar su concentración y rendimiento.
Si bien no existen cifras oficiales del consumo, cada cierto tiempo aparece un aumento de su uso sin receta médica por parte de estudiantes que es alarmante. Según explicó Adriana Conejeros, académica Facultad de Medicina UCSC, “la automedicación en sí es preocupante, y más entre alumnos, especialmente en el contexto de presiones académicas. El manejo del estrés es un punto importante, ya que muchos de ellos recurren a estos fármacos buscando una solución rápida a las demandas académicas, sin considerar los riesgos asociados”.
“Entre los factores que contribuyen a este aumento en su consumo, se encuentran la normalización del uso de medicamentos en entornos sociales, el acceso fácil a estos fármacos, y la percepción errónea de que su consumo es seguro si mejora el rendimiento académico. Desde la enfermería, es fundamental educar sobre la importancia de buscar estrategias saludables para manejar estas presiones y reforzar la percepción del autocuidado”, agregó la especialista.
Efectos secundarios
Sin embargo, este consumo si no es supervisado puede generar una serie de efectos secundarios. Según indicó la académica de la Facultad de Medicina, “el uso de estos fármacos sin la indicación y evaluación médica pertinente representa un riesgo significativo para el funcionamiento del organismo de quien lo consume”.
“El patrón funcional de percepción y manejo de la salud se vería alterado, ya que existe una alteración de la funcionalidad ‘normal’ debido al consumo de estimulantes. Estos podrían provocar efectos adversos como insomnio, taquicardia, hipertensión, irritabilidad, dependencia psicológica y tolerancia. Además, su uso indebido puede generar alteraciones en el patrón cognitivo-perceptual, como confusión, ansiedad e incluso síntomas psicóticos en casos extremos”, agregó Conejeros.
También, este consumo indebido de fármacos para la concentración podría alterar de forma crónica otros patrones funcionales. La enfermera resaltó que “en el patrón de actividad-ejercicio, el abuso de estos fármacos puede llevar a complicaciones cardiovasculares, como hipertensión persistente o arritmias”.
“En el caso del patrón cognitivo-perceptual, el uso prolongado podría derivar en deterioro cognitivo, dificultad para concentrarse sin el medicamento e incluso alteraciones del estado de ánimo, como depresión o ansiedad crónica. Además, en el patrón de autopercepción-autoconcepto, el uso prolongado podría afectar la autoestima y generar dependencia psicológica, dificultando la capacidad para enfrentar desafíos académicos sin medicación”, resaltó la profesional.
En relación con los síntomas provocados por el consumo de este tipo de medicamentos sin receta médica, la profesional afirmó que “es posible que se presenten cambios y es necesario identificarlos, como el insomnio persistente o el aumento de la actividad motora. Otros síntomas pueden incluir alteraciones sensoriales, confusión, agitación o cambios drásticos en el comportamiento. Además, podrían manifestarse efectos físicos como taquicardia, sudoración excesiva, pérdida de peso o disminución del apetito, lo cual podría indicar efectos secundarios severos. Si un estudiante presenta alguno de estos síntomas, debe acudir a un establecimiento de salud para su evaluación médica y el acompañamiento del personal de Enfermería para prevenir complicaciones mayores”.
Otros métodos para aumentar la concentración
Priorizar la educación, la prevención y la promoción de estilos de vida saludables para mejorar la concentración y el rendimiento académico, especialmente durante el primer año de universidad, cuando ocurre un quiebre significativo en las actividades y rutinas escolares, son algunas de las recomendaciones entregadas por la profesional.
Por ejemplo, otra de las estrategias para aumentar la concentración, según explicó la académica, es “fomentar una buena higiene del sueño, promoviendo horarios regulares y suficientes horas de descanso, ya que el sueño de calidad es esencial para el funcionamiento óptimo del cerebro. Además, estas iniciativas ayudan al estudiante a optimizar y organizar sus tiempos de estudio, dejando espacio para la recreación”.
La relación entre la alimentación y la salud mental de igual forma es importante, Conejeros indicó que “es necesario mantener una dieta equilibrada que incluya alimentos ricos en nutrientes esenciales, como frutas, verduras, proteínas y grasas saludables, especialmente para quienes viven solos y suelen recurrir a comidas rápidas. Además, el ejercicio físico regular no solo mejora la salud general, sino que también tiene beneficios comprobados para la memoria, la capacidad de concentración y la higiene del sueño”.
En la misma línea, Josefina Morales, psicóloga de la Dirección de Apoyo a los Estudiantes (DAE), condició que “para mi los tres métodos básicos son alimentación, ejercicio e higiene del sueño. Una alimentación balanceada contribuye a la función cerebral, proporcionando energía y fortaleciendo los procesos de atención”.
“El ejercicio ayuda a reducir el estrés y la ansiedad, comunes durante el período académico. Por último, dormir entre 7 y 9 horas fortalece la memoria. Además, es importante aprovechar la luz natural y el sol, que estimulan la producción de melatonina”, cerró la psicóloga.
Equipo Prensa
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