El hígado graso es una de las enfermedades hepáticas más comunes en el mundo, y su prevalencia ha aumentado en Chile en los últimos años. Aunque es una afección silenciosa, un diagnóstico temprano puede evitar complicaciones graves. Conoce sus causas, riesgos y cómo prevenirla.

El hígado graso se ha convertido en una preocupación creciente en Chile, estrechamente ligada al aumento de la obesidad y la diabetes tipo 2. A menudo, es una condición sin síntomas evidentes, lo que hace que muchas personas desconozcan que la padecen. Sin embargo, si no se trata, puede evolucionar hasta convertirse en enfermedades más complejas como la cirrosis o incluso el cáncer hepático.  

Actualmente, es considerada la enfermedad hepática más común en países occidentales y se reconoce como la causa más frecuente de alteración de las pruebas hepáticas de laboratorio. En Chile, la prevalencia de esta enfermedad va al alza y se estima que ya afecta a cerca del 30% de la población adulta según la Asociación Chilena de Hepatología.

El hígado graso, o esteatosis hepática, se caracteriza por la acumulación excesiva de grasa en las células hepáticas, cuyo origen puede ser no alcohólico (EHGNA) o relacionado con el consumo de éste, provocando inflamación y daño hepático. Esta afección está estrechamente vinculada al síndrome metabólico, que incluye obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión y dislipidemia.

“Una parte importante de la población relaciona las enfermedades al hígado con el consumo excesivo o prolongado de alcohol, aunque no es el principal responsable de los daños a este órgano.  De hecho, condiciones como la diabetes, la obesidad y el sedentarismo son las principales responsables (sin olvidar otros componentes genéticos) y deben alertar en la población, considerando el aumento de personas que las sufren hoy en día”, destaca Magdalena Galarce, médico de familia de Farmacias Ahumada. Sin ir más lejos, un ejemplo de esto es que la prevalencia de diabetes tipo 2 en el país pasó del 6,4% en 2003 al 12,3% en 2016-2017, alcanzando un 26,8% en personas mayores de 65 años, según la Estrategia Nacional de Salud 2022-2030 del Ministerio de Salud.

De acuerdo con estudios internacionales y otros realizados en Chile, hasta un 75% de personas que sufren de obesidad o diabetes tendrían hígado graso, siendo actualmente la principal determinante para un trasplante hepático cuando se mantiene y evoluciona en el tiempo. Para la profesional, “el principal problema en esta patología es que su tratamiento requiere de un cambio significativo y sostenido del estilo de vida, lo que implica un mayor compromiso de parte de los pacientes”.

Estrategias de prevención y manejo

Galarce enfatiza que el hígado graso no da síntomas evidentes en sus fases tempranas y el diagnóstico suele realizarse por hallazgos casuales en una ecografía abdominal o en los exámenes de sangre. «Por esto, la detección temprana es fundamental, lo que permitirá intervenciones oportunas que eviten su progresión. Hoy no existen medicamentos efectivos aprobados específicamente para esta enfermedad, siendo el cambio en el estilo de vida clave para lograrlo”, señala.

En este sentido, apunta a medidas no farmacológicas como las entregadas en la Guía de Práctica Clínica para el Manejo del Hígado Graso No Alcohólico de la Asociación Europea para el Estudio del Hígado. Uno de los puntos esenciales es la alimentación, a través de una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras, reduciendo la ingesta de productos procesados y bebidas azucaradas. 

“También la pérdida de peso es clave, considerando que bajar un 5% o más del peso lograría disminuir de forma significativa la esteatosis y los niveles de enzimas hepáticas. No podemos olvidar la práctica de ejercicios –sobre todo aeróbicos-, suspender el consumo de alcohol y poder tratarse con un equipo multidisciplinario, cuyas orientaciones serán más efectivas a la hora de lograr el objetivo que sólo la indicación médica”, destaca la doctora.  

Los expertos recomiendan que todas las personas, durante sus chequeos médicos, consulten sobre la posible presencia de hígado graso, particularmente si tienen factores de riesgo como sobrepeso, obesidad, diabetes, hipertensión, resistencia a la insulina, niveles altos de colesterol o triglicéridos o mayores de 50 años

Aunque el hígado graso es una condición seria, su naturaleza reversible en etapas iniciales ofrece una oportunidad de mejora. Para Galarce, “con cambios en el estilo de vida y seguimiento médico adecuado, es posible revertir el hígado graso y prevenir complicaciones futuras. La clave está en la prevención y en tomar acciones proactivas hacia nuestra salud», concluye. 

 

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