Una ingesta diaria de queso en la dieta familiar estaría asociada a una menor prevalencia de obesidad. Así lo sostiene un estudio chileno publicado este martes en PLOS ONE, la revista científica abierta más importante del mundo, basado en datos representativos de todo el país. La investigación concluye que quienes consumen queso con regularidad presentan hasta un 25% menos de probabilidades de presentar obesidad.
Un equipo de especialistas de siete instituciones chilenas —incluyendo la Universidad de Chile, la Universidad San Sebastián, INIA, la Universidad Católica de Temuco y otras casas de estudio—, entre los que se cuentan Samuel Durán (Universidad San Sebastián), Gladys Morales (Universidad de La Frontera), Rodrigo Valenzuela (Universidad de Chile) y Claudia Bugueño (Universidad Católica del Norte), junto a más de una docena de coautores, en PLOS ONE un estudio que asocia el consumo de queso con una menor prevalencia de obesidad en adultos. La investigación analizó datos de una muestra nacional de más de dos mil personas y representa el primer análisis de este tipo realizado en América Latina con base en datos nacionales representativos.
“Lo que nosotros hicimos fue evaluar la asociación entre el consumo de distintos tipos de productos lácteos y obesidad en adultos chilenos”, explica el doctor Samuel Durán, uno de los autores del trabajo, profesor en la Universidad San Sebastián y miembro del Comité Científico de Lácteos del Consorcio Lechero. “El principal resultado es que el consumo de queso se asoció con menor riesgo de obesidad”.
El estudio identificó que, a diferencia de la leche y el yogur, el queso tuvo un efecto protector estadísticamente significativo. En términos técnicos, se observó que las personas que consumían queso con regularidad presentaban un 25% menos de probabilidad de ser obesas que quienes no lo hacían, incluso después de ajustar por factores como edad, sexo, nivel socioeconómico y estilo de vida.
¿La posible explicación? Los investigadores proponen que en Chile, a diferencia de otros países, gran parte de los lácteos provienen de vacas alimentadas en praderas. “Eso podría influir en el tipo de grasa: tienen una cantidad de grasa saturada, pero son ácidos grasos de cadena corta, no tanto ácidos grasos mirístico o palmítico, que son tipos de grasas saturadas de cadenas más largas y asociadas a efectos menos beneficiosos sobre la salud cardiovascular”, señala Durán. También destaca una posible mayor presencia de ácidos grasos omega 3 en los quesos nacionales, considerados beneficiosos para la salud cardiovascular.
Además, el estudio subraya un aspecto poco conocido por el público general: la llamada «matriz alimentaria» del queso, es decir, su estructura física compacta, podría ralentizar la absorción de grasas y generar mayor saciedad, lo que contribuiría a reducir el riesgo de obesidad en quienes lo consumen regularmente.
Un consumo subóptimo con alto potencial
El hallazgo toma particular relevancia en un país donde más del 60% de la población no alcanza las recomendaciones mínimas de consumo de lácteos. “Una de nuestras recomendaciones es que las personas consuman al menos dos porciones de queso al día”, dice Durán, quien aclara que una porción equivale a 30 gramos —o dos rebanadas laminadas—, y que cualquier tipo de queso es válido, ya sea gauda, chanco o mantecoso.
Aunque el consumo de queso en Chile supera al de varios países vecinos —como Colombia, Perú o Bolivia—, aún está lejos de los niveles europeos. “En Grecia, por ejemplo, consumen 30 kilos al año”, comenta el académico.
Impacto científico y cultural
Publicar en PLOS ONE, revista reconocida por su rigurosidad metodológica y acceso libre, es un hito para el equipo investigador y el Consorcio Lechero de Chile. Durán espera que los resultados ayuden a cambiar la percepción del queso en la comunidad médica y en la población general. “Históricamente se ha promovido el yogur o los lácteos descremados como saludables, y el queso como negativo por su contenido de grasas saturadas. Este estudio cambia esa imagen”, afirma.
El impacto potencial no es solo nacional. “Por estar en PLOS, esto puede tener resonancia internacional”, advierte Durán. No obstante, admite que se necesitan más estudios regionales para consolidar esta nueva mirada, especialmente considerando las diferencias entre los sistemas productivos. “Los lácteos norteamericanos, por ejemplo, provienen en su mayoría de animales alimentados con pienso, lo que puede generar perfiles nutricionales distintos”.
Reivindicar el queso como alimento saludable
Para Durán y su equipo, uno de los objetivos del estudio es contribuir a reposicionar el queso como un alimento nutritivo, más allá de su imagen como producto meramente hedónico. “Podemos darle una vuelta a cómo vemos el queso ahora, y que pueda ser parte de una dieta saludable, sostenible y adecuada”, concluye.
La investigación demoró cerca de un año en ser aceptada por PLOS ONE. El equipo ya trabaja en una nueva publicación en otra revista científica internacional, esta vez para caracterizar con más detalle los patrones de consumo de lácteos en la población chilena.
El estudio puede descargarse en forma gratuita desde el enlace https://shorturl.at/CBh5x