Herramientas para afrontar esta realidad:
Más del 60% de niños y adolescentes en Chile muestra síntomas de ansiedad y estrés ¿Qué hacer frente a estos casos?
- “Cuando sea grande quiero explotar todo”, dice una niña en un video que ya acumula miles de visualizaciones en redes sociales. Lejos de la polémica, su declaración ha generado una conversación más profunda: ¿qué hacemos los adultos cuando los niños expresan sus intereses? ¿Cómo guiarlos sin limitar sus pasiones? Un experto aconseja cómo enfrentar este tipo de situaciones infantiles para sacar lo mejor de cada niño.
En un contexto marcado por la incertidumbre laboral, el acceso ilimitado a información y un entorno social muchas veces atravesado por la inseguridad, los niños están enfrentando altos niveles de ansiedad, estrés y una baja tolerancia a la frustración. Frente a este escenario, la familia cobra un rol fundamental como espacio de contención emocional. Escucharlos sin juzgar, permitirles expresar sus emociones libremente y acompañar sus intereses personales, sin proyectar expectativas ajenas, son gestos esenciales para fortalecer su bienestar mental. La tarea de apoyar su desarrollo no puede recaer exclusivamente en la escuela: comienza, sobre todo, en el hogar.
“Cuando sea grande quiero explotar todo”, dice una niña en un video que el Psicólogo José Antonio Le Fort, asesor del Centro de Desarrollo, Estudios e Incidencia de INACAP, utiliza para ejemplificar el error que cometemos los adultos frente a la difícil pregunta de ¿cómo guiar las pasiones infantiles sin caer en prejuicios prematuros?
En este video utilizado como ejemplo, se ha viralizado por internet y llama la atención el tipo de comentarios que ahí se reflejan…., es por esto que el experto invita a mirar este episodio con otros ojos. “No me parece que esta niña esté violentamente llamando a quemar o explotar lugares, la veo más bien entregando señales de sus intereses y talentos”, señala. A su juicio, la frase de la niña debe interpretarse como un reflejo de la capacidad natural del ser humano para explorar y expresar múltiples vocaciones desde temprana edad.
“El ser humano viene preparado para investigar, para apasionarse por distintas áreas. Y muchas veces, cuando un niño pequeño expresa una inclinación, como querer ser experta en explosivos, periodista o astronauta, está dando señales de su primera vocación potencial”, explica Lefort. Sin embargo, advierte que los adultos suelen cometer errores al acompañar ese proceso: “El juicio inmediato, el sesgo de género y el impulso de proyectar en los hijos nuestros propios sueños o tradiciones familiares son errores comunes”.
El experto llama a que, en vez de descalificar o corregir, los adultos practiquen el arte de preguntar. “Frente a una respuesta inesperada como la de esta niña, es fundamental decir: ¿Por qué? ¿Cuéntame más? Preguntar es una herramienta que hemos ido perdiendo, reemplazándola por juicios rápidos que no consideran la emoción o el pensamiento genuino del niño”, sostiene.
Desde su mirada, un sistema educativo actualizado debería precisamente prestar atención a estos pequeños indicios, potenciando las pasiones tempranas que podrían forjar las futuras científicas, expertas en ciberseguridad, ingenieras en minas o astronautas. «Si seguimos pensando con matrices mentales del siglo XX, probablemente vamos a apagar muchas de esas vocaciones antes de que tengan siquiera una oportunidad de crecer», concluye.
Cómo fomentar entornos de exploración vocacional
Para analizar situaciones como la de este video viral sin caer en estereotipos, el experto en habilidades del siglo XXI sugiere algunos caminos a seguir, tanto para las familias como para los colegios. En primer lugar, destaca la importancia de transformar las escuelas en espacios de exploración auténtica, especialmente durante los primeros años de formación. “Prekínder, kínder, así como también de primero a cuarto básico debieran ser años donde se fomente la curiosidad y el juego, no solo como una metodología, sino como una estrategia para descubrir potenciales talentos ocultos”, afirma José Antonio.
Además, recalca que el cambio real ocurre cuando las familias son parte activa del proceso. Propone que los colegios inviten a profesionales, técnicos, oficios de diversos ámbitos —minería, educación, ciencia, tecnología— a compartir sus experiencias con los niños y sus padres, derribando así prejuicios y mostrando un abanico realista y diverso de posibilidades.
“No podemos olvidar que muchos oficios del futuro aún no existen, igual que hace diez años nadie imaginaba que ser youtuber o gamer profesional sería una carrera viable”, recuerda Le Fort. Por eso, insiste en que los colegios deben “abrir el mundo” no solo a sus estudiantes, sino también a las familias, especialmente en sectores donde el acceso a información y referentes es más limitado.
En definitiva acá guiando este interés sin sesgos podríamos estar frente a una vocación, el llamado es claro: más preguntas, menos juicios; más acompañamiento, menos imposiciones, múltiples vocaciones, de manera que el mensaje en este siglo es que una niña puede imaginar ser experta en explosivos mineros como primer oficio y vocación, pero luego a lo largo de su vida, ser una ingeniera en ciberseguridad en la minería, porque esa es la diferencia en este siglo, que podemos tener muchas vocaciones a lo largo de nuestra vida.