Piernas pesadas, calambres nocturnos, hinchazón o picazón. Para muchos, son molestias cotidianas. Para la medicina, son señales claras de un problema más profundo: la insuficiencia venosa crónica, cuyo rostro más visible son las várices.
En Chile, una de cada cuatro personas adultas vive con várices, y aunque suele asociarse a un tema estético, lo cierto es que puede tener consecuencias graves si no se trata a tiempo. Según especialistas, el desconocimiento y la postergación del diagnóstico han hecho que el 70% de quienes padecen esta condición no reciba tratamiento oportuno.
“Las várices no son solo un problema de apariencia. En muchos casos, son el síntoma de una falla en el sistema venoso, que si se descuida puede derivar en complicaciones como úlceras, tromboflebitis o incluso trombosis venosa profunda”, advierten Sergio Salas, doctor y director de Clínica Miguel Claro.
Las várices se producen cuando las válvulas que regulan el flujo sanguíneo en las venas dejan de funcionar correctamente. Esto provoca que la sangre se acumule, dilatando las venas, que se vuelven visibles —retorcidas y abultadas— principalmente en piernas y pies. Afectan con mayor frecuencia a mujeres y personas mayores de 50 años, aunque también pueden desarrollarse en personas jóvenes, especialmente si existen factores hereditarios, obesidad, sedentarismo o embarazos.
El especialista recalca que “cuando hay várices se puede sentir las piernas pesadas, calambres nocturnos, hinchazón o incluso picazón, y es vital estar atentos a estos síntomas y no minimizarlos. Las várices no son un tema menor. Si aparecen síntomas, es importante consultar. Hoy, tratarse a tiempo marca una gran diferencia, no solo en lo que se ve, sino en cómo se vive”.
Y si bien cualquier momento es bueno para priorizar la salud, los expertos coinciden en que el invierno es la mejor época del año para tratar las várices. ¿Por qué? Las temperaturas más bajas favorecen la recuperación, disminuyen la inflamación postratamiento y, además, el uso de medias de compresión —recomendadas tras algunos procedimientos— resulta mucho más cómodo en esta temporada.
Pero la buena noticia es que hoy existen tratamientos modernos, mínimamente invasivos y altamente efectivos. Se utilizan tecnologías como el láser endovenoso, la escleroterapia y procedimientos quirúrgicos ambulatorios para abordar casos más complejos. Además, exámenes como el ultrasonido Doppler permiten diagnosticar el problema con precisión y sin dolor.
Los resultados son prometedores: el 80% de quienes reciben tratamiento experimentan una mejoría significativa. Y más allá de lo estético, los beneficios se traducen en una mejor calidad de vida, menos dolor y mayor movilidad.