En Chile, el 1,5 % de las personas mayores presenta signos de desnutrición, una cifra que, si bien puede parecer baja, resulta alarmante por el nivel de fragilidad que implica para este grupo etario. Según datos entregados por el Ministerio de Salud, entre un 25 % y un 60 % de los adultos mayores hospitalizados padecen malnutrición, tanto a nivel nacional como internacional.

La malnutrición en esta población no solo implica una pérdida de peso, sino también una carencia crítica de nutrientes esenciales como las vitaminas C, D y A, ácido fólico, magnesio, calcio y potasio. Esta condición puede derivar en pérdida de funcionalidad, discapacidad severa e incluso la muerte si no se detecta y trata a tiempo.

Uno de los factores silenciosos pero significativos es la pérdida del olfato y del gusto, que afecta directamente el apetito de las personas mayores. “Cuando los alimentos ya no saben ni huelen igual, el interés por comer disminuye, y con ello también la ingesta de nutrientes clave”, advierten desde Clínica Cath.

Además, problemas para masticar, deglutir o la simple falta de compañía a la hora de comer son elementos que inciden en la calidad de la nutrición. “El ambiente social es clave: comer acompañado puede mejorar notablemente el apetito y la disposición a alimentarse bien”, aseguran.

Una dieta equilibrada puede marcar la diferencia en la salud y el bienestar de las personas mayores. Según Clínica Cath, la distribución ideal de la energía diaria debería provenir de un 10-15 % de proteínas, 30-40 % de grasas (no más del 23 % del total calórico) y 50-60 % de carbohidratos. Además, es clave limitar las grasas saturadas a un máximo del 10 %, presentes en lácteos, carnes rojas y algunos aceites.

El uso de especias y hierbas naturales es una estrategia recomendada para estimular el apetito y compensar la pérdida de sabor, sin recurrir al exceso de sal, que puede agravar problemas de salud.

La piel es uno de los órganos más afectados por la falta de nutrientes. En las personas mayores, esto se traduce en fragilidad cutánea, donde la piel pierde colágeno y elasticidad. Además, se vuelve más delgada y se rompe fácilmente.

“Por otra parte, debido a la falta de proteínas y micronutrientes, la piel no tolera bien la presión prolongada, y se pueden formar heridas difíciles de curar, especialmente en personas encamadas o con movilidad reducida. También, las deficiencias de proteínas, zinc, vitamina C y A afectan la regeneración de tejidos, lo que provoca que las heridas pequeñas puedan infectarse y tarden más en sanar”, comentan desde Clínica Cath.

“Envejecer es un proceso natural, pero con una nutrición adecuada se pueden prevenir muchas complicaciones asociadas. La alimentación es una herramienta poderosa para mejorar la calidad de vida y la autonomía de las personas mayores”, concluye la especialista de Clínica Cath.

 

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