- De acuerdo a la OMS para el año 2030 la resistencia a los antimicrobianos podría llevar a cerca de 24 millones de personas a la pobreza extrema. Y, si el escenario no mejora, en el año 2050 las infecciones bacterianas serán la principal causa de mortalidad a nivel mundial llegando a una cifra cercana a los 10 millones de personas cada año, superando en número a los accidentes de tráfico, el cáncer y la diabetes.
Un reciente informe, publicado en la revista The Lancet bajo el título de “Global burden of bacterial antimicrobial resistance in 2019: a systematic análisis”, establece que la resistencia bacteriana a los antimicrobianos estuvo asociada con 5 millones de muertes en el año 2019, incluidas 1,27 millones de muertes atribuidas de forma directa. Estas cifras colocan a la resistencia bacteriana a los antimicrobianos como una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), si la tendencia continúa, para el año 2030 la resistencia a los antimicrobianos podría aumentar la extrema pobreza en hasta 24 millones de personas. Otras proyecciones prevén que, si el escenario no mejora, en el año 2050 las infecciones bacterianas serán la principal causa de mortalidad a nivel mundial y se llegará a alcanzar una cifra de muertes cercana a los 10 millones de personas cada año, superando en número a los accidentes de tráfico, el cáncer y la diabetes. Además de reducir en un 3,8 % el PIB anual mundial.
Al respecto el Doctor en Farmacología, Juan Andrades, asegura que “se están desarrollando distintas medidas que abordan la resistencia a agentes antibacterianos. Entre ellas está, por ejemplo, la correcta higiene, el lavado de manos, el desarrollo de vacunas y el uso racional de antibióticos tanto en personas como animales. Y otra arista, que es el desarrollo de antibacterianos, es muy importante dado que el arsenal terapéutico que tenemos se ha ido acotando en el tiempo, cada vez es más pequeño, asociado a bacterias resistentes. Y por lo tanto generar nuevos antibacterianos permitiría disponer de un arsenal más amplio y si estos fármacos tienen una nueva estructura química, e idealmente nuevos mecanismos de acción, existe la probabilidad de que las bacterias, al no haber sido expuestas previamente a este tipo de estructura desarrollen resistencia más lentamente y nos den más alternativas terapéuticas”.
El también académico de la carrera de Química y Farmacia de la Facultad de Medicina y Ciencia de la Universidad San Sebastián indicó que la comunidad científica, que precisamente conmemora esta semana la concientización del uso racional de antimicrobianos, puede desempeñar un rol importante en materia de educación a los pacientes, equipos de salud y autoridades, colaborando desde su expertice en el desarrollo de políticas públicas orientadas no sólo al uso racional de antibióticos, sino también al control de fármacos, sumado al desarrollo de vacunas y nuevas moléculas.
¿Qué estamos haciendo en Chile?
El Dr. Andrades afirmó que en nuestro país existen distintos grupos de investigadores que están trabajando en esta área.
“Por ejemplo, existen grupos que se encargan de trabajar y detectar bacterias que tengan ciertos genes de resistencia. Identificarlos es vital porque nos permite saber como tratarlos. Está también todo el grupo de la Sociedad Chilena de Infectología que se encarga, anualmente, de determinar los perfiles de resistencia a distintos antibacterianos en distintos centros de salud. Esto permite tener, por ejemplo, información del perfil de susceptibilidad de antibióticos a nivel nacional lo que ayuda a diseñar esquemas antibacterianos mucho más adecuados. Hay otros grupos que hemos trabajado en el desarrollo de nuevas moléculas con antibacterianos y otros que se han encargado del desarrollo de vacunas. En Chile el trabajo es amplio en esta área, pero siempre se hace poco y debiera potenciarse aún más”.
Cabe mencionar que, de acuerdo con el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas (2002) y miembro de la Junta Directiva de la USS, Pablo Valenzuela, nuestro país apenas se destina un 0,3% del PIB, un panorama completamente distinto a lo que ocurre en países desarrollados.
“Lo que yo creo que debiera hacerse es un aumento gradual, paulatino, en un porcentaje por parte del Ministerio de Hacienda. Pero actualmente, con la grave crisis económica que estamos viviendo no sólo en Chile, sino también en el mundo, no veo una pronta solución posible a este déficit”, sostuvo el Dr. Pablo Valenzuela en el marco de un conversatorio con estudiantes de bioquímica en la USS.
Equipo Prensa
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