La diabetes gestacional es un trastorno que aparece durante el embarazo, afectando a un porcentaje importante de mujeres en Chile. Se caracteriza por niveles elevados de glucosa en la sangre, sin manifestación previa a la gestación y, en la mayoría de los casos, desaparece tras el parto. Esta condición suele diagnosticarse entre las semanas 24 y 28 de embarazo y su incidencia en Chile ha ido en aumento en los últimos años, estimándose que entre el 10% y el 20% de las mujeres embarazadas la desarrollan.
Sara Bustamante, Directora de Carrera de Obstetricia y Puericultura de UDLA Sede Viña del Mar, explica que el diagnóstico se realiza a través de la prueba de carga de glucosa oral (beber solución azucarada) y la prueba de glucosa en ayunas, las cuales son solicitadas por matronas en atención primaria o por obstetras en la atención privada.
“La diabetes gestacional ocurre debido a la resistencia a la insulina durante el embarazo, que puede generarse por el aumento de ciertas hormonas, como el cortisol y los estrógenos, el aumento de peso y grasa abdominal. Otros factores que incrementan el riesgo son los genéticos y ambientales, antecedentes familiares de diabetes, el sobrepeso y obesidad, estilos de vida (alimentación y actividad física) y la edad, sobre 25 años, entre otros. También el haber tenido diabetes gestacional en embarazos anteriores y el síndrome de ovario poliquístico”, comenta la matrona.
Agrega que, de no ser tratada adecuadamente, la diabetes gestacional puede tener serias complicaciones para la madre y el hijo. Los recién nacidos pueden venir con macrosomía, es decir, con un peso elevado que puede complicar el parto y aumentar el riesgo de lesiones. También pueden presentar hipoglucemia neonatal (niveles bajos de azúcar en la sangre), problemas respiratorios, ictericia y, a largo plazo, un riesgo mayor de desarrollar obesidad y diabetes tipo 2.
Para las madres, los riesgos incluyen hipertensión gestacional, mayor probabilidad de cesárea y desarrollar diabetes tipo 2 en el futuro. Además, esta condición puede generar ansiedad y estrés, afectando el bienestar emocional de la madre. también requiere un control más estrecho de la salud materna y fetal, lo que puede implicar más visitas médicas y cambios en el estilo de vida.
Para reducir el riesgo de desarrollar esta condición, la académica recomienda mantener un peso adecuado antes del embarazo, llevar una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, proteínas magras y granos enteros, limitando el consumo de azúcares añadidos y carbohidratos refinados; también realizar al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada, como yoga o caminar.
Además, las mujeres con factores de riesgo deberían realizar monitoreos frecuentes de glucosa antes y durante el embarazo; participar en programas educativos sobre salud y nutrición durante el embarazo y realizar controles médicos periódicos para detectar y controlar esta condición a tiempo.
“Es importante que las gestantes se realicen pruebas y sigan las recomendaciones médicas para minimizar riesgos y complicaciones. Un manejo adecuado puede ayudar a tener un embarazo saludable y reducir el impacto de esta condición”, dice la profesional.
Equipo Prensa
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