Bacteriófagos: Una gran solución ante la insuficiencia de nuevos antibióticos

  • Hans Pieringer, fundador y gerente general de Phage Lab.
  • Pese a que la existencia de bacterias multirresistentes es una realidad que causa la muerte de 700 mil personas al año a nivel mundial, cifra que podría escalar alarmantemente, las farmacéuticas han disminuido su interés por desarrollar nuevos antibióticos. Un mayor uso de bacteriófagos ayudaría a enfrentar esta problemática que, de no atenderse, puede transformarse en una grave crisis sanitaria.

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha manifestado su preocupación ante el escaso número de antibióticos en vías de desarrollo. Los laboratorios farmacéuticos han reducido sus inversiones y esfuerzos en poner a disposición del mercado estos fármacos, ya que en muchos casos no son rentables: mientras su proceso de creación es costoso, los retornos son bajos.  Esto responde, en parte, a que los médicos tienden a prescribir su uso sólo en casos especiales y por períodos acotados de tiempo, a diferencia de lo que ocurre con otros remedios de consumos prolongados para combatir, por ejemplo, enfermedades crónicas.

Esta menor producción de antibióticos resulta paradójica si se considera que la acción de bacterias altamente resistentes amenaza con ocasionar la muerte de hasta 10 millones de personas en el mundo hacia el año 2050, según Naciones Unidas, frente a lo cual la OMS plantea que la necesidad de encontrar soluciones es urgente.

Dado que las bacterias multirresistentes se están propagando rápidamente, el panorama es serio, ya que pueden causar dolencias serias e incluso la muerte, como ocurre con la conocida Escherichia coli, que es especialmente peligrosa en pacientes más vulnerables, como recién nacidos, personas de edad avanzada o con alguna enfermedad previa como el cáncer. Asimismo, la resistencia bacteriana también aqueja a la industria alimentaria dificultando el control de enfermedades en animales, que se traspasan a las personas.

El uso indiscriminado de antibióticos también es una problemática que entorpece el bienestar animal, pues el desarrollo de la industria avícola, porcina, ganadera y acuícola requiere de antibióticos y vacunas para garantizar que los animales no sufran enfermedades que los dañen y que afecten la productividad del rubro. Sin embargo, entre las últimas dos a tres décadas, su uso excesivo ha llevado a la generación de cepas bacterianas multirresistentes, con lo que se ven reducidas las posibilidades de tratamientos.

En este escenario, el uso de bacteriófagos podría ser la solución a este problema, ya que se trata de pequeñas partículas virales que infectan bacterias patógenas provocando su eliminación natural y que en el caso de la industria alimentaria tiene un gran potencial, ya que los fagos no crean problemas de toxicidad sobre los animales y no alteran las propiedades organolépticas de los alimentos. Además, son sumamente seguros, ya que son muy específicos en su actuar, pues solo afectan al microorganismo dañino dejando intacto a otros, mientras que tampoco son una concentración dependiente, lo que implica que agregar una mayor concentración de fagos, no generará ninguna alteración el individuo. Por esto, en Chile los bacteriófagos han sido utilizados en más de 75 mil animales.

Y es que si bien los antibióticos también son necesarios, puesto que hay algunas bacterias muy complicadas de eliminar y que requieren de su utilización, el problema es que generalmente en la industria son utilizados en todo momento, de manera preventiva, no solamente cuando hay evidencia de que existe una enfermedad. Ese uso poco racional es el que contribuye negativamente a la crisis de multirresistencia.

Por otra parte, los antibióticos son de amplio espectro; es decir, no eliminan específicamente una bacteria de interés, sino un grupo de bacterias que comparten características similares a la que se quieren eliminar. Muchas veces esto termina en la eliminación de bacterias que no deberían ser eliminadas y que forman parte de la flora normal.

Hoy es posible desarrollar metodologías para detectar, de manera selectiva, las bacterias que entorpecen la producción cárnica en la industria pecuaria, promoviendo, además, la salud animal. Esto, a través de terapias alternativas al uso de antibióticos, que consisten en la utilización de bacteriófagos para eliminar microorganismos específicos presentes en procesos de crianza intensiva de animales, que logran disminuir hasta en un 70% el uso de antibióticos.

Gracias a la intervención del proceso industrial, que se realiza para identificar y caracterizar bacterias de interés, mediante herramientas de microbiología, genómica y bioinformática, es posible no solo reducir el uso de productos químicos que generan grandes daños y alteraciones en los animales, sino también aportar a la productividad de esta industria y ayudar a lograr que la crianza sea más amable y sustentable.

 

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