El Ministerio de Salud anunció que este 16 de marzo comienza la campaña de vacunación de invierno que, de acuerdo a los antecedentes del hemisferio norte, se vislumbra como una temporada crítica respecto al año pasado. Sólo en Estados Unidos, más de seis millones y medio de personas han contraído influenza, con más de 50 mil personas hospitalizadas por cuadros graves.
Y aun cuando la cobertura gratuita a grupos de riesgo aumentará este año, son muchos los que quedarían potencialmente expuestos a virus como la influenza o parainfluenza, que pueden causar cuadros respiratorios graves con consecuencias fatales, en algunos casos. Por eso, es importante derribar ciertos mitos sobre la importancia y efectividad de estas vacunas.
Respecto a la efectividad, “si bien las características de la persona influirán a la hora de evaluar la efectividad de una vacuna, es fundamental también la combinación de los virus incluidos en la vacuna y los que se diseminan en el periodo”, indica Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada. De acuerdo al Centro de Control y la Prevención de Enfermedades en Estados Unidos, las vacunas contra la influenza reducirían entre un 40% y un 60% el riesgo de contraer la enfermedad, siendo virus como el de la influenza B y la AH1N1 las que más reaccionan frente a ellas.
Asimismo, la especialista señala que ninguna vacuna protege al 100% de una enfermedad, pero sí disminuyen la posible gravedad o complicaciones del cuadro clínico. De acuerdo a Molina, “la administración de un virus o bacteria en el sistema, a través de una vacuna, producirá una respuesta inmunológica similar al de la enfermedad, desarrollando anticuerpos que se activarán a la hora de producirse un contagio real, desarrollando una mejor respuesta del organismo”.
En este sentido, el mismo centro estimó que durante 2017, la vacuna contra la influenza generó entre un 40% y un 60% menos de consultas al médico y 85 mil hospitalizaciones menos asociadas a la influenza sólo en el territorio norteamericano.
No obstante, sigue existiendo un importante grupo que relaciona la aplicación de vacunas con el autismo, por sustancias como el aluminio o el mercurio (timerosal) en su composición. La Organización Mundial de la Salud en innumerables ocasiones lo ha desmentido, luego de haber encontrado graves irregularidades –con datos falseados y carentes de rigor científico- en el único estudio que relaciona esta condición con las vacunas publicado en 1998.
Por último, la decisión de no vacunarse no sólo afecta al individuo que la toma, como suele pensarse. “La inmunización provoca el llamado ´efecto rebaño´, o de protección colectiva al total de la población. Este se logra cuando -al menos- el 90% de la población está vacunada, evitando contagios al no tener una gran cantidad de organismos para infectar”, detalla la facultativa.
En un año donde el mundo enfrenta la llegada de un nuevo agente como el Coronavirus, para el cual aún no existe una cura o vacuna, es fundamental proteger a nuestro organismo de la mayor cantidad posible de patologías que se desarrollan durante el invierno. Por eso, es importante seguir los consejos de la autoridad de salud y vacunarse lo más pronto posible. “El tiempo de inoculación de un virus tarda cerca de dos semanas, por lo que le estaremos dando tiempo a nuestro organismo de generar los anticuerpos necesarios para combatir a los agentes patógenos cuando lleguen, producto del frío y la humedad”, sentencia Molina.
Betsabé Flores Merino
Periodista Farmacias Ahumada
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