Dr Mauricio Bonilla Sanchez Medico Especialista en Salud Pública

Entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre de 2023, se lleva a cabo la cumbre COP28 sobre el clima, se realiza en el centro de congresos Expo City Dubái de los Emiratos Árabes Unidos, convocada bajo el lema “Unir. Actuar. Cumplir” pretende ser un hito en los avances de la agenda climática global, Las siglas COP se refieren a la Conferencia de las Partes, una reunión que cuenta con la representación de los 200 países que forman parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la convención se adoptó en 1992, la primera COP fue en Berlín en 1995 y la que sucede en el 2023 es la número 28.

Y es un hito, porque en el 2023 el mundo experimentó las temperaturas globales más altas en más de 100.000 años, se batieron récords de calor en todos los continentes, según la OMS, los riesgos del cambio climático siguen en aumento y continúan exacerbando las desigualdades en la salud global sumando una mayor presión sobre los sistemas de salud, en una reciente encuesta, un 27% de las ciudades encuestadas expresan temor por la posibilidad de que sus sistemas de salud se vean desbordados por los impactos del cambio climático. Entre 2030 y 2050 el cambio climático causará unas 250.000 muertes al año, debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico, a medida que las desigualdades en la salud global se intensifican, también lo hace la carga psicológica sobre las poblaciones vulnerables ¿Cómo afecta esta crisis ambiental a nuestra salud mental y cómo podemos abordar este desafío creciente? 

La ecoansiedad es el miedo constante al cambio climático y sus repercusiones sobre la vida, en casos graves, la ecoansiedad puede desembocar en crisis de ansiedad o síndromes depresivos, afecta aproximadamente a una décima parte de la población (según el informe “El cambio climático en la mente estadounidense: creencias y actitudes de diciembre de 2022, publicado por yale program on climate change comunication), este miedo se ve amplificado por un sentimiento de impotencia, las personas afectadas se sienten al mismo tiempo culpables de la situación, aunque no es un patología en sí misma, si es un factor desencadenante, la ecoansiedad no es el único impacto sobre la salud mental, de hecho, las personas que sufren  trastornos de la esfera mental son más vulnerables a los efectos del cambio climático, la exposición a eventos climáticos extremos como huracanes, tifones, inundaciones e incendios forestales se asocia con un aumento significativo de los problemas de salud mental como el trastorno de estrés postraumático, la depresión y la ansiedad.

Se ha observado que la incidencia de efectos adversos en la salud mental tras la vivencia de desastres naturales o eventos climáticos, como huracanes o inundaciones, varía significativamente, abarcando un amplio espectro del 25% al 50%. Este rango abarca un espectro demográfico diverso, donde ciertos grupos poblacionales muestran una mayor vulnerabilidad a estas consecuencias psicológicas, en particular las mujeres se destacan como un grupo con mayor susceptibilidad a los impactos negativos en su bienestar mental en situaciones post-desastre. Asimismo, los jóvenes y las personas mayores exhiben mayor vulnerabilidad, la influencia del nivel socioeconómico y educativo también se plantea como un factor determinante, siendo aquellos con recursos más limitados y menor nivel educativo más propensos a experimentar efectos psicológicos adversos. La calidad de la red social y el nivel de apoyo interpersonal también desempeñan un papel crucial en la resiliencia psicológica ante eventos catastróficos. Aquellas personas con una red social inadecuada se encuentran en mayor riesgo de experimentar dificultades en su salud mental. Además, la inestabilidad familiar, otro componente significativo, se asocia con una mayor probabilidad de sufrir consecuencias psicológicas negativas.

El aumento de las temperaturas y las olas de calor pueden ocasionar aumento de la agresividad, deterioro del funcionamiento cognitivo, trastornos del comportamiento y exacerbar los síntomas de trastornos mentales ya existentes, existe una relación entre olas de calor y un aumento de las tasas de suicidio, un estudio publicado por Nature Climate Change en su volumen  8 de  agosto de  2018  muestra que cuando la temperatura incrementa 1°C sobre el promedio mensual, los casos de suicidio aumentan 0,7% en los condados de Estados Unidos, y un 2,1% en algunas ciudades mexicanas (donde se realizo dicho estudio)

La solastalgia, término acuñado por Glenn Albrecht en el 2005, para definir la angustia crónica asociada a sentimientos de nostalgia producida por el cambio climático o cuando el entorno cambia por grandes construcciones o infraestructura o por desastres naturales, se trata de una sensación de angustia por una transformación el entorno que no fue deseado, no es el trauma directo por una catástrofe, sino se asocia a la transformación lenta y progresiva del entorno.

Las relaciones sociales y el tejido social, junto con el comportamiento social se ven afectados, un metaanálisis examino el vínculo entre las condiciones climáticas y varios tipos de violencia encontrados encontrando relaciones causales entre el calor y la agresión,  cuando la temperatura sube, sube la violencia individual, las agresiones interpersonales, la violencia doméstica y las manifestaciones grupales de violencia, “las condiciones ambientales pueden estimular sus propios conflictos, quizás incrementando los niveles de estrés”.

Desde la ecoansiedad hasta la solastalgia, las emociones negativas asociadas al cambio climático son palpables. La vulnerabilidad de grupos demográficos específicos post-desastre revela la complejidad de esta relación, con mujeres, jóvenes y ancianos siendo más propensos a sufrir consecuencias psicológicas adversas. La conexión entre temperaturas extremas y trastornos mentales subraya la importancia de considerar la salud mental en las estrategias de adaptación y mitigación del cambio climático. El aumento de las tasas de suicidio relacionadas con las olas de calor es una llamada de atención para la implementación de políticas que aborden estos riesgos.

Este análisis resalta la necesidad de una acción global integral, que no solo se centre en la mitigación ambiental, sino que también considere la salud mental como una prioridad. La colaboración entre sectores, la promoción de la resiliencia psicológica y el fortalecimiento de redes sociales son fundamentales en este contexto.

En un próximo artículo, explicaré más a fondo cómo enfrentar este desafío creciente, examinando estrategias innovadoras y desarrollando un enfoque holístico para preservar la salud mental en un mundo afectado por el cambio climático.

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