Por Paola Alcoholado,  Terapeuta Ocupacional del Centro Clínico del Ánimo y la Ansiedad

Vivimos en una sociedad cada vez más estresada, ansiosa y con dificultades emocionales, las cuales pueden convertirse en problemas de salud mental si no se recibe atención temprana. La escasa dedicación de tiempo al cuidado personal y la baja participación en actividades sociales, pueden dar paso a una discapacidad.

Para entender la relación entre complicaciones de salud mental y discapacidad es importante comprender que esta última se refiere al resultado negativo de la interacción entre un individuo con sus distintas características, incluida la patología psiquiátrica y las diversas barreras ambientales y factores contextuales que pueden obstaculizar la participación plena y en igualdad de condiciones con los demás.

Por otra parte,  existen estigmas y prejuicios respecto a inconvenientes de salud mental que se asocian con el descontrol de impulsos de personas que padecen patologías mentales, aislamiento social, poca higiene, dificultades intelectuales y la falsa creencia de que son personas agresivas y potencialmente violentas. Pero, hay que comprender que los comportamientos y actitudes de las personas, no son necesariamente síntomas de su condición de salud mental. 

Debido a estos mitos es que aún se cree que la mejor forma de atender a las personas con alguna dificultad de salud mental es desde el asistencialismo, caridad, ocultismo y exclusión, cuando la realidad dista enormemente de aquello. 

Actualmente en Chile, los profesionales de salud mental tienen un enfoque de derechos humanos e inclusión, que trata de eliminar las barreras físicas o sociales que provocan la discapacidad.

Sin embargo, la legislación aún está en deuda en la búsqueda de la igualdad y el pleno disfrute de derechos de las personas con problemas de salud mental. La sociedad tiende a imponer grandes barreras y dificultades, potenciadas especialmente por la discriminación, exclusión y escasas posibilidades de participación a nivel educativo, laboral y en la sociedad en general.

La prevención y promoción de la salud mental es de suma importancia. Es necesario estimular la participación social y ocupacional de toda la comunidad, especialmente el de  las personas en situación de discapacidad mental. 

¿Cómo podemos realizar una mejor promoción de salud y prevención de enfermedades?

Hay que empezar por establecer acciones desde los distintos sectores que conforman nuestra sociedad. Por tanto, es prioritario mejorar las leyes y garantizar su cumplimiento, así como potenciar la plena participación de las personas con dificultades de salud mental en todos los aspectos y etapas de la vida, así como en todos los ámbitos del espacio social.

Además, se requiere ampliar el acceso a la salud temprana (detección e intervención precoz), integrando los servicios de salud mental a la atención primaria. Asimismo, es necesario reducir la hospitalización prolongada en centros de larga estadía y reemplazarla por intervenciones con enfoque comunitario.

Es importante educar y dialogar con la sociedad para eliminar barreras y cualquier tipo de discriminación basada en la discapacidad. Además, es fundamental comprender la importancia de la autodeterminación de las personas en el ejercicio de sus derechos, potenciar la toma de decisiones de forma autónoma y mejorar las condiciones psicosociales en diversos ámbitos como la familia, instituciones educativas y entornos laborales. Esto implica realizar los ajustes necesarios para facilitar la participación activa de cada individuo y su familia, con el objetivo de promover el bienestar y minimizar el impacto de la discapacidad.

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