Cada 19 de octubre, el país se viste de rosa en conmemoración del Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama. Se ilumina el debate y, por un momento, parece que la conciencia sobre esta enfermedad está en su punto más alto.  Sin embargo, las cifras nos recuerdan la urgencia de este desafío: En 2023, el cáncer de mama cobró la vida de 2.263 mujeres, el número más alto registrado en el país. Es la enfermedad con mayor incidencia entre las chilenas, con más de 5.600 casos nuevos cada año, y la que provoca mayor mortalidad: Al día, seis mujeres pierden la vida en nuestro país por este cáncer.

Como equipo médico nos sumamos al compromiso de que “la esperanza se tiñe de rosa”, reforzando nuestro enfoque en la importancia de la detección precoz y el tratamiento oportuno. Cuando el cáncer de mama se detecta en etapas tempranas, 9 de cada 10 pacientes tienen la posibilidad de sobrevivir. Es fundamental expandir este mensaje, ya que en Chile los casos han aumentado un 60% en los últimos 20 años. Por ello, hacemos un llamado a que se promueva con mayor fuerza el autoexamen y la mamografía como herramientas clave para el diagnóstico precoz. A partir de los 40 años, las mujeres deben realizarse este examen anualmente, ya que permite detectar tumores en etapas tempranas, momento en que el tratamiento es más efectivo.

Aunque ha habido avances en las políticas de prevención y tratamiento, aún queda mucho por hacer. Actualmente, no se requiere una orden médica para realizarse una mamografía y, gracias a la ley 20.769, se otorga medio día laboral para acudir a este examen. Además, está incluido en el estudio de medicina preventiva para mujeres entre los 50 y 69 años, y el tratamiento para el cáncer de mama es parte del GES desde 2005. Esto ha permitido que más mujeres accedan a un diagnóstico adecuado, cirugías y terapias.

No obstante, hay un aspecto en el que podemos avanzar con mayor urgencia: la reconstrucción mamaria. Es inquietante que, a pesar de estar cubierta por el GES, muchas mujeres sometidas a una mastectomía no logren acceder a este procedimiento de manera oportuna. En países desarrollados, la reconstrucción se realiza inmediatamente, lo que no solo mejora los resultados físicos, sino también la calidad de vida y el bienestar emocional de las pacientes. En Chile, sin embargo, no existe un plazo definido, lo que provoca largas listas de espera y deja a muchas mujeres viviendo con las secuelas físicas y psicológicas de la mastectomía. 

La brecha en la reconstrucción mamaria es alarmante: según el Observatorio del Cáncer, mientras que en el sistema privado el 95% de las pacientes acceden a la reconstrucción, en el sistema público solo el 30,5% lo logra. Como médicos cirujanos especializados en esta área, somos testigos directos de esta disparidad, y estamos convencidos de que, como sociedad, debemos devolver la confianza y la dignidad a quienes sobreviven a esta enfermedad. Hoy prácticamente el 100% de las pacientes que han superado este cáncer pueden reconstruir sus mamas gracias a las nuevas técnicas aplicables a estos procedimientos. 

Finalmente, queremos hacer un llamado a la prevención activa del cáncer de mama. Podemos reducir factores de riesgo adoptando estilos de vida más saludables. Los últimos estudios exploran la relación de la epigenética -cambios que modifican la actividad de los genes-, la microbiota, la nutrición, la obesidad y sobrepeso, la actividad física, el consumo de alcohol y tabaco como componentes clave en el desarrollo de esta enfermedad.

Buscamos concientizar que cada elección que hacemos, cada hábito que adoptamos, cada vez que alentamos a una mujer a realizarse el autoexamen y una mamografía, estamos contribuyendo a salvar vidas.

Este no es solo un llamado a la acción en octubre; es un llamado a una transformación permanente.

Por: Equipo Clínica Maat

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