¡39 grados! Ese es el pronóstico de la aplicación AccuWeather para el próximo 23 de diciembre en la Región Metropolitana, por lo que se espera que el termómetro los próximos días supere los 32 grados cada jornada.

Y con las vacaciones escolares, muchas familias recurren a las piscinas como método para pasar el calor y entretener a los niños. Pero, ¡ojo! El cloro, ampliamente utilizado para mantenerlas libres de microorganismos, puede tener efectos en la piel y las vías respiratorias, especialmente si se está expuesto durante largos periodos o si las concentraciones son elevadas. 

Así lo explican el dermatólogo Mauricio Sandoval y el médico broncopulmonar Claudio de la Hoz, ambos de Clínica Las Condes.

El doctor De la Hoz advierte que “es bien importante saber las concentraciones de cloro que se utilizan en las piscinas, que deberían ser monitorizadas siempre”. Esto, porque “el cloro debe ser utilizado en las piscinas para que se mantenga el agua, pero el problema está en que, cuando se excede en la cantidad, puede haber efectos, primero, tóxico a nivel de la piel, con irritación o aparición de lesiones secundarias al uso del excesivo de cloro en el agua”. Sin embargo, sostiene que “para que tenga efectos sobre las vías respiratorias, en general, son concentraciones mucho más altas, algo poco usual en las piscinas, pero puede ocurrir”.

Efectos en la piel:

  • Resequedad y descamación: El cloro puede eliminar los aceites naturales de la piel, dejando una sensación de sequedad y, en casos extremos, provocar descamación.
  • Irritación: En personas sensibles, el cloro puede causar enrojecimiento, picazón o incluso dermatitis.
  • Dermatitis atópica: El exceso de cloro empeora cuadros de dermatitis atópica (piel seca) que afecta al 20% de los niños.
  • Empeoramiento de afecciones preexistentes: Condiciones como eczema o psoriasis pueden agravarse con la exposición al cloro.
  • Cabello y uñas: Aunque no es piel, el cloro también puede afectar el cabello, volviéndolo seco y quebradizo, y las uñas, debilitándolas.

En las vías respiratorias:

  • Irritación nasal y de garganta: La inhalación de vapores de cloro puede provocar irritación, tos y sensación de ardor.
  • Exacerbación de alergias o asma: Las personas con problemas respiratorios como asma pueden experimentar síntomas más severos debido a los compuestos volátiles del cloro, como las cloraminas.
  • Rinitis o bronquitis: La exposición repetida o prolongada puede llevar a inflamación en las vías respiratorias superiores e inferiores.
  • Sensación de ahogo o dificultad respiratoria: En ambientes mal ventilados, como piscinas cerradas, la concentración de vapores de cloro puede ser más alta y causar molestias significativas.

Ante esto, los especialistas entregan algunas recomendaciones para prevenir estos efectos y cuidar nuestro cuerpo:

  • Ducha previa y posterior: Ducharse antes y después de nadar ayuda a proteger la piel al eliminar contaminantes y restos de cloro.
  • Hidratación: Usar cremas hidratantes y productos para el cabello después de nadar para reponer los aceites naturales.
  • Anteojos y tapones: Para proteger los ojos y los oídos, evitando irritaciones.
  • Ventilación adecuada: En piscinas cerradas, asegurarse de que el área esté bien ventilada.
  • Evitar exposición prolongada: Especialmente si hay molestias respiratorias o cutáneas.

Si los síntomas persisten o se agravan, el llamado de los especialistas es a consultar a un médico, especialmente en casos de reacciones alérgicas o problemas respiratorios recurrentes, para evitar consecuencias más graves para el organismo.

 

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