- Con la llegada de las bajas temperaturas se produce un aumento de este tipo de enfermedades que pueden ser más peligrosos para niños y personas mayores.
Se acerca el invierno y con esta estación también suelen aumentar los virus respiratorios que pueden conllevar más riesgos para la salud de niños pequeños y personas mayores, por lo que hay que estar atentos a algunos síntomas para evitar complicaciones.
Las señales más recurrentes incluyen fiebre, tos, congestión nasal, dolor de garganta, fatiga y dolores musculares. Algunos virus, además, pueden causar síntomas gastrointestinales, como diarrea o vómitos. Es esencial estar atento a estos signos, especialmente durante la temporada de infecciones respiratorias.
Loa académicos de la carrera de Enfermería de la Universidad Autónoma, Adrián Núñez y Marcela Sirguiado, recomiendan buscar atención médica inmediata si un niño presenta dificultad para respirar, coloración azulada en labios o rostro, fiebre alta (más de 39º C en bebés de 3 a 6 meses o 40º C a cualquier edad), signos de deshidratación, somnolencia excesiva, irritabilidad inconsolable o si los síntomas empeoran rápidamente.
“Una frecuencia respiratoria elevada puede indicar un esfuerzo adicional para oxigenar la sangre. Se recomienda consultar si supera las 60 respiraciones por minuto en recién nacidos, 40 en menores de 6 meses o 30 en mayores de 6 meses”, señalan los docentes
Si la tos es persistente y se acompaña de ruidos respiratorios o signos de dificultad para respirar, como retracción de las costillas o cianosis (coloración azulada en labios y mucosas), se debe acudir de inmediato a un servicio de urgencia.
En el caso de las personas mayores, los especialistas advierten que es crucial acudir a Urgencias si experimentan dificultad para respirar, dolor o presión en el pecho, confusión repentina, incapacidad para mantenerse despiertos o si presentan síntomas severos que empeoran rápidamente. “Este grupo -agregan- es especialmente vulnerable a complicaciones de infecciones respiratorias”.
Vacunas y prevención
La semana pasada se inició en todo el país la campaña de vacunación contra la influenza, una de las enfermedades respiratorias más recurrentes en el período invernal. Al respecto Adrián Núñez y Marcela Sirguiado reafirman la importancia de inmunizarse, derribando algunos mitos que suelen reaparecer cada año.
Por ejemplo, indican que sólo deben abstenerse de aplicar la vacuna a aquellas personas que están atravesando una enfermedad aguda de moderada a grave. A ellas se les recomienda postergar la vacunación hasta que se recuperen. Sin embargo, en casos de afecciones leves, como un resfriado común, vacunarse suele ser seguro. “En términos generales, un resfriado no representa una contraindicación para recibir la vacuna contra la gripe, siempre que los síntomas sean leves”, afirman.
Asimismo, aclaran que las vacunas están diseñadas para estimular el sistema inmunológico sin causar la enfermedad. Por ejemplo, la vacuna contra la gripe o influenza utiliza virus inactivados o fragmentos del virus que no pueden provocar la infección. “La vacunación contra la gripe -dicen- ha demostrado reducir a la mitad el riesgo de muerte asociado a esta enfermedad”.
Sin embargo, indican, es importante tener en cuenta que las vacunas pueden generar ciertos signos y síntomas secundarios. Después de la vacunación, algunas personas pueden experimentar reacciones leves y transitorias, como inflamación, enrojecimiento, dolor o aumento de volumen en la zona de la inyección. También es posible presentar fiebre mayor a 37.5ºC, decaimiento y dolor de cabeza.
Ante estas reacciones, se recomienda beber abundante líquido para mantenerse hidratado. En caso de dolor local, se puede aplicar compresas en la zona de la inyección. Es importante evitar abrigarse en exceso, no tocar ni presionar el área vacunada y controlar la temperatura corporal si es necesario. Si se presenta fiebre o malestar, se pueden usar medicamentos para el dolor y la fiebre, siempre bajo la recomendación de un profesional de la salud.
Los docentes, puntualizan también que haber padecido una enfermedad puede conferir cierta inmunidad natural; sin embargo, esta puede no ser duradera o completa. La vacunación posterior a la recuperación ayuda a reforzar la inmunidad y a proteger contra posibles reinfecciones, especialmente si el virus presenta múltiples cepas o mutaciones.
Junto con la vacunación, los expertos recomiendan además adoptar medidas básicas como practicar una higiene de manos frecuente con agua y jabón o soluciones a base de alcohol; evitar el contacto cercano con personas enfermas; usar mascarillas en entornos con alta transmisión de virus respiratorios; mantener una alimentación balanceada y una adecuada hidratación; ventilar regularmente los espacios cerrados y evitar tocarse la cara, especialmente ojos, nariz y boca, sin haberse lavado las manos.