- El país registra su menor tasa de nacimientos, afectando el crecimiento y la economía. Experto analiza sus efectos y posibles soluciones para equilibrar la población.
La natalidad en Chile ha alcanzado su nivel más bajo en la historia, con una Tasa Global de Fecundidad (TGF) de 1,16 hijos por mujer en 2023, muy por debajo del nivel de reemplazo poblacional de 2,1. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la cifra representa una caída del 53,7% en comparación con 1992, cuando la tasa era de 2,5 hijos por mujer. Además, el número total de nacimientos en el país disminuyó un 8% respecto a 2022, registrando 174.067 nacimientos, lo que evidencia una tendencia sostenida a la baja. Este fenómeno plantea serios desafíos económicos y sociales, desde el envejecimiento de la población hasta la reducción de la fuerza laboral activa.
Francisco Fuentes, Director del Centro de Análisis y Debate Público de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), señala que la baja natalidad en Chile tiene múltiples implicancias. “no solo a nivel económico, sino también en la estructura social y en la sostenibilidad del sistema de pensiones y salud. Nos enfrentamos a una sociedad que envejece rápidamente, lo que exige políticas públicas efectivas que fomenten la conciliación entre la vida laboral y familiar”.
El envejecimiento de la población y el retroceso en la natalidad afectan directamente el mercado laboral y el desarrollo económico. Con menos trabajadores jóvenes disponibles, el crecimiento económico se desacelera y la recaudación fiscal disminuye, generando una mayor carga para el Estado. “El descenso de la natalidad impacta en dos áreas clave: la productividad, con menos personas para cubrir empleos, y la estructura social, con un número creciente de adultos mayores que requieren cuidados. Esto exige políticas públicas para mitigar el problema y garantizar un equilibrio poblacional”, agrega Fuentes. Según el INE, en 2023 la cantidad de defunciones llegó a 121.975, reflejando una reducción en la tasa de mortalidad respecto a los años de pandemia. No obstante, el número de muertes sigue siendo considerablemente alto, especialmente en los grupos etarios de 80 a 89 años, lo que refuerza el escenario de una población cada vez más envejecida.
En algunas regiones del país, la situación es aún más crítica, ya que los fallecimientos superan los nacimientos, provocando la despoblación de zonas rurales y afectando sectores estratégicos como la agricultura. El informe del INE destaca que la maternidad adolescente ha disminuido drásticamente en las últimas décadas, pasando de 64,6 nacimientos por cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años en 1992, a solo 11 nacimientos en 2023. Si bien esto es un avance en términos de educación y planificación familiar, también contribuye a la reducción global de nacimientos en el país. “Es fundamental contar con una distribución equilibrada de la población por razones de soberanía y desarrollo territorial. Si las zonas urbanas siguen concentrando la mayor parte de la población mientras las rurales se vacían, la falta de mano de obra en sectores clave puede generar problemas en el abastecimiento interno”, advierte el sociólogo de la UCSC.
Otro fenómeno relevante es el aumento de nacimientos de madres extranjeras, que han pasado de representar el 6,9% en 2017 a un 18,9% en 2022, con un crecimiento significativo en regiones como Tarapacá y Antofagasta. Este incremento ha sido liderado por madres de origen venezolano (20,3%), seguidas de peruanas (10,6%) y haitianas (10%). “La inmigración ha sido un factor clave en la mantención de la natalidad en el país. Sin embargo, este crecimiento no compensa la baja sostenida en los nacimientos de madres chilenas, por lo que es fundamental abordar el tema con políticas de incentivo a la natalidad”, explica Fuentes.
En este contexto, a juicio del académico de la UCSC, se requieren estrategias que fomenten la estabilidad familiar y el acceso a beneficios para la crianza, garantizando que las familias tengan el apoyo necesario para decidir tener hijos sin que esto represente un obstáculo en su desarrollo profesional y económico. “La baja natalidad en Chile no solo plantea un desafío demográfico, sino también un llamado urgente a fortalecer políticas públicas que promuevan el bienestar familiar y el desarrollo sostenible del país”, concluye.