Por Mauricio Serrano, director de Veganuary Latnoamérica 

El planeta atraviesa una catástrofe climática sin precedentes. Las temperaturas extremas, los  incendios forestales, las sequías prolongadas y la pérdida acelerada de biodiversidad son solo  algunas de las señales más visibles de un modelo de desarrollo que ha sobrepasado los límites,  con un Chile que ya en mayo alcanzó su sobregiro ecológico.  

En este contexto, es urgente que el próximo gobierno asuma un rol más activo y coherente  con los desafíos que enfrentamos. Lamentablemente, seguimos viendo una preocupante  ausencia de políticas públicas que aborden una de las causas estructurales del problema: el  sistema alimentario y, en particular, la producción y consumo de productos de origen animal. 

No es novedad que la ganadería industrial es una de las principales responsables de las  emisiones de gases de efecto invernadero, además del uso intensivo de agua, la deforestación  y la contaminación de suelos y ríos. Según la FAO, este sector genera alrededor del 14,5% de  todas las emisiones globales. A pesar de esto, en Chile no existe una estrategia nacional para  reducir el consumo de carne ni para promover de forma activa y masiva una alimentación  basada en plantas. El Estado, por el contrario, sigue subsidiando directa e indirectamente  modelos productivos que profundizan la emergencia ecológica. 

Diversos estudios han demostrado que una transición hacia dietas más vegetales podría  reducir entre un 20% y un 30% las emisiones del sector alimentario. Además, disminuiría  significativamente la presión sobre los recursos naturales y mejoraría la seguridad  alimentaria, un aspecto clave en un país que ya enfrenta escasez hídrica y fenómenos  climáticos extremos. 

¿Qué podría hacer el próximo gobierno en este sentido? Muchas cosas, y todas posibles.  Incluir menús basados en plantas en el sector público como privado, implementar campañas  de información sobre los beneficios de una dieta vegetal, apoyar a pequeños productores  agrícolas que cultivan frutas, verduras y legumbres, y establecer metas concretas para reducir  el consumo de carne a nivel nacional, son solo algunas medidas que podrían marcar una  diferencia real. 

¿Querrán los políticos impulsar o apoyar este tipo de iniciativas? Organizaciones como  Veganuary, ya han alentado a que las autoridades, específicamente diputadas, diputados y  concejales, se vuelquen a la alimentación en base a plantas y la prueben durante el mes de  enero, un gran paso si deseamos que sean ellos mismos, quienes escriban las políticas que  ayuden a salvar el planeta en el futuro. 

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