La industria del cuidado personal comienza a mirar una de las zonas más vulnerables del cuerpo: las axilas. Hidratación, reparación y protección ya no son solo para el rostro.
Durante años, la conversación sobre el cuidado de la piel ha girado en torno al rostro y, más recientemente, al cuerpo completo. Pero hay una zona que históricamente ha quedado fuera del radar dermatológico: las axilas. Más allá de su función evidente en la regulación del sudor, la piel axilar es una de las más sensibles del cuerpo humano, y está expuesta a una combinación diaria de factores que pueden deteriorar su salud con rapidez.
Afeitado frecuente, fricción con la ropa, transpiración, depilación, e incluso el uso de ciertos productos antitranspirantes con fórmulas agresivas, generan un entorno constante de microagresiones.
Este nuevo enfoque ha impulsado una tendencia creciente dentro de la cosmética: incluir el cuidado dermocosmético en zonas tradicionalmente olvidadas, con fórmulas que no solo protegen, sino que también calman, hidratan y restauran el equilibrio natural de la piel.
En esta línea, productos como Dove Clinical han sido formulados con esta sensibilidad en mente. Este desodorante ofrece 96 horas de protección contra el sudor y el mal olor, pero va más allá de la eficacia funcional: su fórmula incorpora ¼ de crema humectante con óleo protector, lo que ayuda a mantener la piel hidratada, suave y protegida frente a las agresiones diarias.
El resultado es un cambio de perspectiva: ya no se trata solo de cubrir o evitar el mal olor, sino de incorporar una rutina de cuidado consciente también en las axilas, entendiendo que la salud de la piel es un todo, no una suma de partes.
Así, el cuidado de la piel deja de ser exclusivo del rostro para convertirse en una experiencia completa que también incluye, y por fin valora, a esa piel que, hasta ahora, nadie cuidaba.