Un estudio desarrollado por Universidad de Las Américas reveló que quienes participaron en su Escuela Integral para Personas Mayores (EIAM) mostraron avances notables en bienestar integral, que abarcan desde la salud física y mental, hasta los hábitos de autocuidado y el estado emocional. El programa combina clases teóricas con actividades prácticas y busca promover un envejecimiento activo al potenciar la integración social y la estimulación cognitiva.
Publicado en la revista Salud, Ciencia y Tecnología e inserto en la línea de Vinculación con el Medio de UDLA, la investigación Impacto de la Escuela Integral para Personas Mayores en la calidad de vida aporta evidencia sobre calidad de vida en la vejez y subraya la importancia de este tipo de programas comunitarios. Ignacio Astudillo, Director del Magíster en Kinesiología de la Facultad de Salud y Ciencias Sociales e investigador del estudio, sostuvo que la vinculación universitaria con personas mayores genera beneficios individuales y también contribuye a objetivos sociales más amplios, como la reducción de desigualdades y la construcción de entornos inclusivos.
«La interacción social y la estimulación intelectual en adultos mayores actúan como factores protectores contra el deterioro cognitivo y fomentan un envejecimiento saludable, favoreciendo además la autoestima. Estos programas no solo benefician a los participantes, sino que contribuyen a construir comunidades más inclusivas y equitativas, promoviendo un desarrollo sostenible a nivel social e intergeneracional”, dijo Astudillo, investigador principal del reporte.
EIAM ofrece talleres multidisciplinarios con el objetivo de impulsar el envejecimiento activo y el bienestar de las personas mayores. Sus actividades abarcan desde kinesiología hasta alfabetización digital y alimentación sostenible, entregando herramientas para mantener la capacidad física, mental y social. Estos espacios se extienden durante varios meses en distintas sedes y buscan integrar a los usuarios en la comunidad educativa y social, motivándolos a seguir aprendiendo y desarrollándose.
Factor de envejecimiento saludable
Los investigadores evaluaron a los asistentes mediante cuestionarios y grupos focales. Los resultados cuantitativos evidenciaron mejoras claras en movilidad, actividad física regular y en aspectos de salud mental como atención, memoria y autoestima. Además, hábitos como la alimentación saludable y el ejercicio, se fortalecieron durante las 12 semanas del programa. Estas mejoras demuestran que la educación universitaria puede ser un factor clave para fomentar el envejecimiento saludable y reducir riesgos de deterioro cognitivo.
Más allá de los aprendizajes teóricos, los participantes destacaron los vínculos creados con otros asistentes y con los estudiantes universitarios que actúan como monitores. Estas relaciones reforzaron la autoestima, el sentido de pertenencia y la participación ciudadana, mostrando que la dimensión emocional y comunitaria es esencial en la calidad de vida durante la vejez. La interacción social no solo potencia la salud mental, sino que también amplía redes de apoyo fundamentales para el bienestar integral.
Según los investigadores, EIAM constituye un modelo replicable que demuestra cómo la educación superior puede generar impactos individuales y colectivos, promoviendo comunidades más inclusivas. A futuro, sugieren complementar estas iniciativas con alfabetización digital y políticas públicas que amplíen el acceso, asegurando que más personas puedan beneficiarse de programas que estimulen su capacidad intelectual y su bienestar emocional.
El estudio confirma que la educación universitaria aplicada a personas mayores fortalece su participación social y la construcción de comunidades integradas. “Esta iniciativa desarrollada por Universidad de Las Américas demuestra que aprender y compartir es una estrategia efectiva para un envejecimiento activo, y al mismo tiempo ofrece a los universitarios una experiencia valiosa en su formación”, subrayó el académico investigador Ignacio Astudillo.
“La educación superior puede jugar un papel disruptivo en el envejecimiento, promoviendo el aprendizaje, la participación social activa y el bienestar integral de las personas mayores, mejorando su calidad de vida y aportando a la inclusión comunitaria. El fortalecimiento de las habilidades cognitivas, junto con el aumento del sentido de comunidad y la participación activa, evidencia que mantener estimulado social e intelectualmente a este segmento de la población, contribuye a un envejecimiento saludable”, concluyó Astudillo.