A fines de septiembre se conmemora el Día Internacional de las Personas Sordas, una fecha que busca visibilizar las distintas realidades que enfrentan quienes viven con algún grado de pérdida auditiva. Sin embargo, es importante comprender que no es lo mismo hablar de sordera que de disminución auditiva. La sordera es una pérdida total o profunda de la audición, lo que significa que la persona no puede percibir sonidos en absoluto. Esto la lleva a comunicarse principalmente a través de la lengua de señas, la lectura labial o tecnologías especializadas. En cambio, la disminución auditiva corresponde a una pérdida parcial, que puede variar en intensidad y que muchas veces puede compensarse con el uso de audífonos, implantes cocleares u otros dispositivos.

Diferenciar ambas condiciones no es solo un tema técnico: es reconocer experiencias de vida distintas, con desafíos y necesidades propias. Comprenderlo ayuda a derribar estigmas y a construir una sociedad más justa e inclusiva.

En este camino, el diagnóstico temprano es clave. Detectar a tiempo una pérdida auditiva permite que niños, jóvenes y adultos puedan acceder a herramientas que les den la oportunidad de desarrollarse plenamente en lo personal, lo social y lo profesional.

La inclusión comienza con pequeños gestos, escuchar sin prejuicios, informarnos y abrir espacios donde todas las personas, con o sin audición plena, tengan cabida. Solo así podremos hablar de una sociedad que valora de verdad la inclusión.

Gloria Sanguinetti

Fonoaudióloga GAES Chile

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