- Las enfermedades no transmisibles afectan a las personas de distintos grupos socioeconómicos, edades y género, reportando una alta tasa de mortalidad en América Latina y el Caribe.
- Por lo mismo, es urgente elaborar políticas públicas orientadas a influir en los factores de riesgo, su diagnóstico oportuno y tratamiento médico para así contribuir para una sociedad más sana y productiva.
Santiago de Chile, 17 de noviembre de 2022
La epidemia de las enfermedades no transmisibles no se detiene. A pesar del esfuerzo de los Estados para elaborar políticas y campañas que apunten a la prevención y tratamientos de ellas, resulta urgente evaluar nuevas alternativas y miradas para asumir este problema colectivo.
Un informe elaborado por la consultora Llorente y Cuenca (LLYC) analizó cuáles son las enfermedades no transmisibles más frecuentes, las debilidades de las políticas públicas para abordarlas y entregó recomendaciones para enfrentar este desafío.
El objetivo es claro: hay que construir una estrategia que permita modificar los hábitos dañinos para la salud de las personas y entregar recomendaciones a los planes que elaboran los gobiernos en la región latinoamericana.
Los principales hallazgos y acciones para enfrentar la epidemia de las enfermedades no transmisibles y robustecer los sistemas de salud son los siguientes:
SOBRE LAS ENFERMEDADES NO TRANSMISIBLES
Según reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades no transmisibles cobran la vida de 41 millones de personas al año, equivalente al 74% de las muertes en el mundo. Además, este fenómeno afecta a una proporción importante de personas menores de 70 años.
La mortalidad de las enfermedades no transmisibles se manifiesta principalmente en cuatro patologías que concentran más del 80% de las muertes prematuras: en primer lugar, las enfermedades cardiovasculares con casi 18 millones de personas fallecidas al año, seguido por el cáncer que está por encima de 9 millones de decesos anuales, las enfermedades respiratorias crónicas que registra poco más de cuatro millones de personas muertas y la diabetes con dos millones de personas que fallecen cada año.
Al menos, ocho de cada diez fallecimientos en América Latina y el Caribe está relacionado con las enfermedades no transmisibles lo que duplica la cantidad de muertes estimadas por COVID-19 en el continente, según sostiene un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en noviembre de 2021.
Sumado a lo anterior, un 86% de estas muertes prematuras se producen en países de ingresos bajos y medianos. Y entre las causas que aumentan el riesgo de muerte destaca el consumo de tabaco, la inactividad física, el consumo nocivo de alcohol, las dietas poco saludables.
LOS FACTORES DE RIESGO
Los principales factores que aumentan el riesgo de padecer estas enfermedades son hábitos modificables. El consumo de tabaco, la inactividad física, las dietas no saludables y el consumo excesivo de alcohol son comportamientos que las personas pueden cambiar en función de una vida saludable y pese a que, existen políticas públicas y programas de Estado para atender estos factores, la verdad es que no reportan un impacto fundamental en la región.
En América Latina, el estudio Global Burden of Disease de 2019 reporta que más de la mitad de la población está en condición de sobrepeso u obesidad. También, la región está sobre la media mundial respecto de las personas adultas que padecen diabetes.
“Hay que cambiar el estilo de vida y eso se logra con medidas de educación a nivel de las escuelas, desde el jardín, y con medidas de salud pública” estima Ezequiel Forte, cardiólogo miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
LOS DESAFÍOS Y RECOMENDACIONES DEL INFORME
El informe de Llorente y Cuenca (LLYC) se basa en la entrevista a 38 expertos en la materia provenientes de siete países de América Latina y el Caribe. La mayoría destaca la necesidad de fomentar la prevención mediante programas de carácter permanente y que evalúan como insuficientes las estrategias actuales. Aseguran que el principal problema está en el foco dado que los sistemas están orientados hacia la curación y no en la prevención.
El reporte, además, concluye que la mayoría de las personas entrevistadas consideran como prioridad la exigencia de enfocar los programas hacia la prevención para un diagnóstico oportuno, la importancia de crear materiales educativos sobre estilos de vida saludable y potenciar el acceso a los medicamentos.
Y a nivel general, los entrevistados estiman que existe poca información al respecto y por ello resulta fundamental generar una estrategia que apunte a los segmentos donde las campañas registran menor incidencia.
Agregan que es tiempo de actuar y traducir los compromisos en acciones concretas. Conjuntamente, los distintos actores del sector pueden sumarse a un esfuerzo coordinado que permita alcanzar los resultados proyectados hacia el año 2030.
Finalmente, el análisis de LLYC propone tres recomendaciones para enfrentar esta realidad: se requiere un nuevo relacionamiento capaz de trabajar conjuntamente para diseñar y evaluar políticas públicas enfocadas en la prevención, inclusión e integración; incorporar el uso de los datos y el valor del insight para robustecer la colaboración entre los equipos de ciencia de datos, creatividad y estrategia con la finalidad de generar mensajes más efectivos; y por último, es urgente una comunicación efectiva cuyo objetivo sea influir para convertir los hábitos de la población.
Equipo Prensa
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