Sensación de agotamiento o angustia, problemas para dormir, incremento de la irritabilidad y dificultad para conciliar labores domésticas y personales, son sólo algunos de los síntomas que pueden gatillarse en esta época.
Fiestas, compromisos sociales, mayor carga laboral, compras de regalos, instancias de balance anual y planificación de vacaciones, son sólo algunos de los escenarios que se asocian con el último mes del año y que dan como resultado que las personas se sientan, literalmente, agotadas. Lo cierto es que esta situación recurrente se ha visto agravada por la llamada fatiga pandémica, declarada por la OMS en 2021, y por variables de otra índole que han afectado la salud mental del mundo entero.
Así, no es poco común que en esta época se manifieste el cansancio acumulado de varios meses y se “manifeste una sensación de angustia, irritabilidad, dificultades en el ciclo sueño-vigilia (insomnio e hipersomnio), además de problemas para conciliar las labores domésticas, la crianza y el trabajo. También se observa más notoriamente el consumo de sustancias sin receta médica”, asegura Viviana Tartakowsky, Directora de la Escuela de Psicología de la U. Bernardo O’Higgins. En este sentido, Tartakowsky asegura que es fundamental tomar ciertas medidas que permitan lidiar de mejor manera con este agotamiento crónico a fin de resguardar nuestra emocionalidad y bienestar integral.
Tomar conciencia. Es clave entender que nuestra emocionalidad está cansada y asumir la fragilidad psicológica actual, además de conversarlo con las redes más cercanas de amigos y familiares. Asimismo, estar abierto a pedir disculpas si se da alguna respuesta inadecuada, dada la mayor irritabilidad.
No abandonar rituales. La sobrecarga de actividades suele poner en pausa aquellas que realmente disfrutamos hacer y eso se debe evitar. Es prioritario mantener todas esas conductas que conectan con alegría o calma, por ejemplo: rezar todas las noches, hacer deporte, mantener una rutina de alimentación saludable, meditar y conversar con amigos y amigas cercanas de manera frecuente.
Apoyarse para el cuidado de los niños. Estar a cargo de niños o jóvenes implica mayor responsabilidad, más aún ahora que salen de vacaciones. Por eso es clave ejercer la coparentalidad, apoyándose en el padre o madre del hijo/a o, si no está presente esa figura, en la familia extensa (abuelas, tías, primos, etc.) o amistades.
Instaurar un ritual de gratitud. Dedicar un espacio cada noche para agradecer todas las cosas buenas que pasaron en el día. Ideal si puede hacerse en familia y antes de dormir, ya que eso refuerza los vínculos afectivos y permite conectar con lo positivo antes de dormir.
Pedir ayuda profesional. Si el apoyo de la red natural no es suficiente y se siente desesperanza, mucha tristeza, problemas relacionales graves (violencia en cualquiera de sus formas), y se están usando medicamentos sin receta es crucial acudir al médico para que este haga un diagnóstico certero y responsable, además de determinar el tratamiento adecuado.
Equipo Prensa
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