• Hoy la OMS conmemora esta enfermedad que aún no tiene causa y la convierte en una patología difícil de prevenir, afectando entre un 2 a 3 % de la población, principalmente a mujeres y personas que han vivido eventos depresivos, traumáticos o trastornos del ánimo.

La doctora Karen Vergara, reumatóloga de Clínica Las Condes, se refiere a los principales síntomas y tratamientos recomendados para combatir las molestias asociadas a este diagnóstico.

“El síntoma principal es el dolor generalizado, habitualmente de origen musculoesquelético, es decir; duelen los músculos, la columna, piernas, brazos y manos. Sin embargo, lo que caracteriza a la fibromialgia es que, aunque duelan los huesos, articulaciones y músculos, no se tienen alteraciones importantes que se puedan evidenciar como origen del dolor”. 

En este sentido, explica que “el problema de esta enfermedad es que se genera una falla en la manera que el estímulo doloroso llega al cerebro, se hace un eco que hace que se sienta más dolor del que realmente se envía como señal”.

La doctora Vergara, indica que esta patología puede tardar años en detectarse porque “en general la fibromialgia es una enfermedad de descarte, es decir, uno como especialista tiene que lograr distinguir si hay otras enfermedades llamadas orgánicas y que sean la causa de estas dolencias o condiciones. Muchas veces los pacientes terminan yendo a uno o varios traumatólogos, médicos generales o a internistas, refiriendo diferentes dolores, y a veces no responden bien a los antiinflamatorios o a las terapias kinésicas”. 

Los pacientes que padecen fibromialgia, además del dolor, también suelen identificar otro tipo de síntomas como el cansancio o fatiga crónica, trastornos del sueño, malestar en el área abdominal o dolores funcionales como el síndrome del intestino irritable y molestias urinarias. 

¿Cuál es el tratamiento?

La especialista recalca que el tratamiento de un paciente con fibromialgia debe ser individualizado y multidisciplinario, el cual puede incluir el uso de medidas farmacológicas y terapias de otro tipo.

“Debemos tener como objetivo controlar las comorbilidades. Asimismo, es muy importante educar al paciente al respecto. Enfatizamos en mantener actividad física aeróbica de bajo impacto articular, como el yoga y la natación”, precisa la doctora.

Por otro lado, sobre la terapia farmacológica, menciona que “existen diversas familias de fármacos que pueden ayudar al control de los síntomas, sin embargo, esta debe ser guiada por un profesional médico”.

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