- El conmovedor testimonio de Karla Inostroza, sobreviviente de cáncer pediátrico y que hoy tiene 27 años, visibiliza una deuda del sistema de salud con cientos de niñas, niños y adolescentes.
A los 9 años, Karla Inostroza fue diagnosticada con un agresivo teratoma ovárico con metástasis pulmonar. Oriunda de San Fernando, en Colchagua, sin redes en Santiago ni recursos para alojarse durante su tratamiento, fue acogida por Fundación Nuestros Hijos. Hoy, con 27 años, Karla es ingeniera en informática, diplomada en ciberseguridad y estudiante de magíster. Pero, aunque venció al cáncer, arrastra una consecuencia invisible y dolorosa: la imposibilidad de ser madre biológicamente.
“Me extirparon ambos ovarios. A los 9 años no entendía lo que significaba. Hoy, como adulta, sé que el cáncer no solo me quitó salud: me robó una parte de mi futuro”, cuenta Karla. En su tratamiento nunca se mencionó la opción de preservar su fertilidad. No se habló de congelar óvulos ni de posibles caminos a largo plazo. “Era 2007. Querían salvarnos la vida, pero nadie pensaba en nuestra vida después del cáncer, asegura.
El precio de la sobrevivencia: vivir con las secuelas
Gracias a los avances médicos, cerca del 80% de los niños, niñas y adolescentes con cáncer en Chile hoy, sobreviven. Pero la rehabilitación no termina cuando acaba la quimioterapia. Muchas y muchos enfrentan secuelas permanentes: físicas, cognitivas, emocionales y también reproductivas. La fertilidad, sin embargo, sigue siendo un tema ausente en las políticas públicas y en la mayoría de los protocolos oncológicos del sistema público.
“La medicina ha aprendido a salvar vidas, pero aún no se hace cargo de cómo vamos a vivir después de que nos salvan. Y eso incluye el derecho a decidir sobre la maternidad o paternidad”, señala la presidenta de Fundación Nuestros Hijos, doctora Marcela Zubieta.
“Ser sobreviviente no significa haberlo superado todo”
Karla fue desahuciada dos veces. Soportó cirugías, quimioterapia, pérdida de cabello, miedo y distancia. Pero también soñó, se aferró a la vida, y salió adelante. Hoy trabaja y estudia, pero su testimonio busca más que reconocimiento: exige justicia y conciencia. “Nadie me preguntó si quería ser madre. No tenían por qué hacerlo a los 9 años. Pero hoy sí deberían asegurarse de que los niños, niñas y adolescentes tengan información y alternativas. Porque un diagnóstico no puede significar que alguien más decida por tu futuro.”
Un llamado urgente
Desde Fundación Nuestros Hijos hacen un llamado al Estado, al sistema de salud y a la sociedad: “incluir la salud reproductiva en los protocolos oncológicos pediátricos no es un lujo, es un derecho; existen tecnologías, existen opciones”, asegura la doctora Zubieta.
“Salvarnos no basta. También merecemos que nos devuelvan el futuro”, concluye Karla Inostroza.