La idea es medir con precisión la evolución de esta condición, tradicionalmente subestimada, usando escáneres 3D y análisis térmico.
Una alianza entre el Instituto de Tecnología para la Innovación en Salud y Bienestar (ITISB) de la Universidad Andrés Bello (UNAB), y la clínica especializada en tratamientos estéticos ORA (https://www.orabypalomasahid.cl/) liderada por la kinesióloga Paloma Sahid, ha dado origen a un innovador sistema de análisis y clasificación de la celulitis. Este proyecto, que se adjudicó recientemente un fondo CORFO en la línea Crea y Valida, busca enfrentar una de las principales barreras en el tratamiento de esta condición: la falta de herramientas objetivas para evaluar su evolución y efectividad terapéutica. El proyecto es liderado por Giovanni Giachetti, por parte de la UNAB, y Paloma Sahid, en representación de ORA.
«La celulitis, hoy en día, se trata como un problema estético, pero en realidad es algo más complejo, con implicancias físicas y psicológicas relevantes», explica David Araya, investigador de Inteligencia Artificial en el ITISB. Según detalló, el 90% de las mujeres padecerán algún grado de celulitis en algún momento de sus vidas. «Uno de los grandes problemas es la subjetividad en el diagnóstico. Para saber si un tratamiento funciona, necesitamos una forma objetiva de medir el progreso», señaló.
La solución planteada por el equipo consiste en una herramienta basada en visión computacional, imágenes térmicas e información obtenida con escáneres 3D. «Con estas tres fuentes de datos podemos hacer un seguimiento preciso de las características físicas de la celulitis», destaca Araya. La cámara térmica permite observar patrones vasculares relacionados con el trastorno; el escáner 3D cuantifica detalles como la profundidad de las depresiones en la piel (los llamados «hoyitos») y la altura de los edemas, mientras que las imágenes ópticas RGB permiten una visualización integral de las zonas afectadas.
La recolección de datos ha sido un éxito. «Nos propusimos reunir 300 casos, pero gracias al trabajo de Paloma y su red de pacientes, en solo dos meses y medio ya habíamos alcanzado esa cifra. El interés fue altísimo», relató el investigador. Cada participante fue escaneada desde la cintura hasta los tobillos utilizando una plataforma motorizada de rotación, lo que permitió obtener una malla tridimensional precisa del contorno corporal. «Esto nos permite rotar la imagen, ubicar una celulitis específica y caracterizarla con métricas físicas objetivas como profundidad, base y volumen. Con estos datos, por primera vez es posible hacer un seguimiento clínico estandarizado de la evolución del tratamiento», explica.
Actualmente, el equipo se encuentra entrenando un modelo de inteligencia artificial de visión artificial usando tipo deep learning, el cual busca identificar automáticamente las anomalías en la piel. «Estamos trabajando en una IA explicable, lo que significa que no solo dirá si hay una severidad alta, media o baja, sino que entregará las razones: cuántos hoyitos hay, cuánta profundidad, qué características térmicas presenta. Esa transparencia es clave para que los profesionales confíen en el sistema», afirma Araya.
A diferencia de otros algoritmos de tipo «caja negra», esta herramienta permitirá a profesionales con poca experiencia alcanzar niveles de diagnóstico comparables con los de especialistas, gracias al respaldo métrico y visual. La meta del equipo es que este sistema se convierta en un producto de uso masivo. «Queremos que llegue a clínicas, centros de estética y profesionales de la salud, no solo en Chile, sino a nivel internacional. Para eso ya estamos proyectando una patente que proteja los desarrollos y hallazgos logrados hasta ahora», señala.
El calendario del proyecto contempla desarrollar completamente el modelo de inteligencia artificial antes de marzo de 2026, y luego empaquetarlo en una aplicación web o móvil. «La idea es que una persona pueda subirse al escáner, obtener su análisis de inmediato y recibir un reporte detallado. Después, si inicia un tratamiento, podrá monitorear objetivamente su evolución», indica el investigador.
La herramienta aún no entrega recomendaciones terapéuticas, pero podría hacerlo en el futuro. «Paloma tiene reglas claras para definir qué tratamiento aplicar según el tipo de celulitis, así que eso es algo que podríamos incorporar más adelante», adelanta.
Más allá del desarrollo tecnológico, el proyecto también está generando hallazgos científicos de interés. «Estamos empezando una línea de tesis sobre la relación entre celulitis y vascularidad, a partir del análisis térmico. Además, queremos explorar condiciones como el lipedema, que se caracteriza por una acumulación anormal de líquido en las piernas. No hay casi estudios sobre eso en Chile», explica Araya.
Según el investigador, el conjunto de datos recogido incluye no solo las imágenes tridimensionales, sino también información sobre hábitos alimenticios y factores de riesgo. «Eso abre la puerta a correlaciones que podrían mejorar mucho la comprensión y tratamiento de estas condiciones», afirma.
En palabras de Araya, lo más valioso del proyecto ha sido visibilizar un problema muchas veces minimizado por tratarse de un asunto considerado estético. «Hay mujeres que no usan traje de baño por la celulitis. El impacto psicológico es fuerte. Si logramos contribuir con una herramienta que ayude a tratar esto con seriedad científica, ya estaremos haciendo un cambio importante», sostiene.
La colaboración entre el ITiSB y Clínica ORA representa un ejemplo de articulación virtuosa entre el mundo académico y la industria privada. Sobre ello, Carla Taramasco, Directora del ITiSB-UNAB señaló que “Estamos generando y construyendo soluciones de base científico-tecnológica en conjunto con la industria. Esta etapa de validación nos permite comprobar el impacto de lo que desarrollamos en el instituto, y cómo desde la ciencia podemos apoyar iniciativas que nacen desde la experiencia real con pacientes”.
(Por Richard García, Sandoval y Meirovich Comunicaciones)