Así lo indica el último informe del Ministerio de Salud (Minsal) sobre la enfermedad en Chile, correspondiente a 2015. Señala que “se esperaba que sucediera debido al deterioro de las actividades operacionales que se venía observando. Esta incidencia aleja aún más a Chile de dar cumplimiento a las metas de la Estrategia Nacional de Salud de alcanzar la eliminación de la tuberculosis como problema de salud pública”.
El informe revela que en 2015 la morbilidad de la patología, es decir, la suma de casos nuevos y recaídas, fue de 14,2 por 100 mil habitantes, con 2.559 casos, lo que es 0,8 puntos porcentuales más que 2014, cuando fueron 2.383 casos (ver infografía).
“Para haber logrado la meta de cinco casos por 100 mil habitantes que teníamos para el 2020, deberíamos haber tenido una reducción desde 2010 a hoy de 10% anual, pero en vez de bajar, los casos se están estancando o aumentando”, explica Tania Herrera, directora del Programa de Tuberculosis del Minsal.
La patología es provocada por el bacilo de Koch y puede desarrollarse en cualquier órgano del cuerpo, con las regiones pulmonar, meníngea y pericárdica como las de mayor riesgo. “Se transmite por la tos y el estornudo. La pulmonar es la más fácil de contagiar, pero hay otras fuentes, dependiendo del órgano que es afectado”, señala Rosana Benítez, infectóloga de Clínica Dávila.
Panorama en el país
La situación en Chile, aunque es mejor que en otros países del continente, mantiene en alerta a los expertos. “La gente piensa que es una patología en extinción, por lo que la pesquisa ha sido menor. Es un llamado de atención que va para todos los que trabajan en el sistema público, porque se ha dejado un poco de lado el examen que se utiliza para hacer la pesquisa, que es la baciloscopía”, afirma Carolina Muñoz, especialista en salud familiar de la Facultad de Medicina de la Universidad San Sebastián.
El diagnóstico se ha complejizado para los equipos de salud, ya que “en consultorios no encuentran muchos casos, porque la gente no va a esa atención con los primeros síntomas. Pero sí va cuando está contagiada a los hospitales”, explica Herrera. Añade que “la indicación a los centros de salud es que tienen que hacer un trabajo hacia la comunidad para difundir que la gente que tiene sospecha vaya a hacerse el examen”.
Para Benítez, existe una deuda en el diagnóstico, ya que no se “ha reforzado lo suficiente la pesquisa que se debe hacer en todas las regiones, buscar a los pacientes y no estar esperando a que lleguen, porque así se genera esta deficiencia”.
De hecho, el informe señala que en cuanto a la actividad operacional, “existe un escaso aumento en la actividad de localización de casos y es bastante heterogénea entre los servicios de salud, tanto en el número como en la positividad de la baciloscopía”.
También se plantea que existen fallas de los equipos en la entrega de la información, lo que “no permite hacer una real evaluación de lo que está sucediendo”, aludiendo falencias en los estudios de contactos, es decir, las personas próximas a un paciente contagiado de tuberculosis.
Grupos de riesgo
En Chile, los grupos de mayor riesgo son aquellos que han tenido contacto con infectados, quienes padecen enfermedades crónicas, adultos mayores y extranjeros. “El 10% de los pacientes con tuberculosis son inmigrantes. Muchas veces traen la enfermedad incubando o bien latente y, como a veces viven en condiciones que no son las mejores, es más fácil que desarrollen la patología”, sostiene Francisco Arancibia, presidente de la Sociedad Chilena de Enfermedades Respiratorias.
Agrega que “otro grupo importante es el de los privados de libertad, ya que tienen una posibilidad alta de contagiarse”.
Justamente, en agosto, en la Cárcel de San Antonio hubo un brote: “Se presentaron cinco casos, dos con contactos entre sí, los otros eran reos que habían llegado de otras partes y venían con el contagio”, detalla Herrera, quien añade que “en esa cárcel hay un hacinamiento importante que permitió que sucediera, por lo que se trabaja con Gendarmería para tener un manual sobre el ingreso de los reos y la detección de casos”.
En el caso de las regiones, el informe plantea que los inmigrantes son el principal grupo de riesgo para la zona norte y metropolitana, mientras que los pueblos indígenas para La Araucanía y Arica y Parinacota.
En cuanto a los tratamientos, estos dependen de la “localización de la sensibilidad que tenga el paciente, puede ser oral con cuatro drogas para el tratamiento pulmonar, o con más de cuatro drogas cuando es multiresistente. El tiempo también dependerá de esto”, indica Benítez.
Además, en el programa de inmunizaciones del Minsal se incluye la vacuna contra la tuberculosis para recién nacidos, que “tiene una cobertura de 98%, pero sólo protege a los niños hasta los cinco o seis años de las formas generalizadas de tuberculosis, no protege a los adultos”, dice Marcela Potín, infectóloga de la Red UC Christus.
Según Herrera, “la Organización Mundial de la Salud ha puesto muchas metas, debido a que esta erradicación no se alcanzó en ninguna parte, así que ahora estamos trabajando con la expectativa de 2035”. Explica que entre los puntos a fortalecer está que “la gente sepa que no es una enfermedad que desapareció, fortalecer el programa desde las técnicas para pesquisar y diagnosticar la enfermedad. Además, tenemos en desarrollo proyectos según la región y los grupos de riesgo”.
Equipo Prensa
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