• Este acto que activa alrededor de 55 músculos tiene efectos directos en nuestro organismo a partir de la generación de endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad.

 

Difícilmente alguien podría poner en duda lo positivo que es para sentirnos bien, de hecho, es una de las primeras expresiones que hacemos los humanos cuando somos bebés. Sin embargo, pocas veces se analiza el impacto real que este simple acto puede tener en nuestra salud mental y bienestar cotidiano. “Sonreír tiene efectos directos en nuestro organismo, a partir de la generación de endorfinas, conocidas como las “hormonas de la felicidad”. No se trata de negar la tristeza, pero reír es positivo. Ya quedó atrás la idea de que la risa abunda en la boca de los tontos y hoy es sumamente relevante para el bienestar subjetivo”, asegura la directora de psicología de la Universidad Bernardo O’Higgins, Viviana Tartakowsky.

Se trata de un fenómeno que ha sido ampliamente estudiado y sobre el cual incluso hay corrientes piscológicas que han tomado mucha fuerza como la risoterapia. De hecho, un estudio recientemente publicado en la revista Nature Human Behaviour, constató que las experiencias emocionales están directamente influenciadas por las expresiones faciales y en este sentido, el simple movimiento de los músculos que se activan al sonreír nos haría sentir más felices.

Por lo tanto, el hecho de que a alguien no le guste su sonrisa y evite mostrar los dientes trasciende mucho más allá de lo estético y tiene efectos directos sobre la salud mental. Al respecto, el Dr. Christian San Martin,  Director Clínico y Fundador de Clínica OLA, asegura que “muchos pacientes llegan deprimidos con serios problemas de autoestima porque no se atreven a sonreír. De ahí que un tratamiento de ortodoncia, que corrija no sólo la apariencia sino también la funcionalidad de la mordida, es clave para verse y especialmente sentirse mejor”. Esto explica en parte el auge de la ortodoncia lingual, un sistema totalmente invisible donde los brackets se fijan en la parte posterior (o lingual) de los dientes, pasando totalmente desapercibidos mientras actúan. “Esto es una gran ventaja, ya que si los aparatos se ven, las personas siguen intentando sonreír lo menos posible y los tratamientos requieren tiempo para dar verdaderos resultados”, puntualizó San Martín, asegurando que gracias a las nuevas tecnologías y las técnicas que se han importado, estos tratamientos pueden tener un costo tan accesible como la ortodoncia tradicional.

En cuanto a los efectos sociales,   los expertos coinciden en que, así como los virus se propagan con mayor facilidad en meses fríos, “tanto la sonrisa como las conductas amables, saludar agredecer, dar el asiento, despedirse con un buen gesto, se contagian. Si veo a alguien sonreír, es probable que espontáneamente lo haga después”, indica la académica de la UBO.

 

 

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