La situación de la salud bucal es dramática y nuestro país tiene un desafío que debe enfrentar con urgencia. Considerar las determinantes que intervienen en esta situación y focalizar los esfuerzos en la prevención son fundamentales.

Para nadie es sorpresa que la salud bucodental en Chile se ha transformado en un importante problema de salud pública que crece cada día. Por ejemplo, según estudios disponibles realizados en el país, a los dos años de vida la prevalencia de caries – la enfermedad bucal crónica más prevalente a nivel mundial- es de 17.5%, a los cuatro años supera el 50%, a los 12 alcanzaría el 62,5%, y casi el 100% en el grupo entre los 65 y 74 años de edad las tendría.

Asimismo, y de acuerdo a la segunda Encuesta Percepción de Profesionales de la Odontología sobre Salud Bucal (desarrollada por la Fundación Sonrisas), los especialistas consultados referían que menos del 30% de la población chilena tiene un acceso oportuno a la salud bucal, mientras que el 94% consideran que los chilenos no tienen los hábitos necesarios para prevenir el daño dental.

Magdalena Galarce, médica de servicios clínicos y farmacéuticos de Farmacias Ahumada, comenta que estos índices están directamente asociados a las determinantes sociales de salud. “Si bien las enfermedades bucodentales han sido históricamente atribuidas a causas genéticas y biológicas, también se han identificado condiciones socioeconómicas, culturales y ambientales (incluyendo los estilos de vida y alimentación, como el consumo de azúcar o la higiene) que influenciarían en el estado de la salud bucal y el acceso a ésta. Por ejemplo, las personas de mayor edad, con menos nivel educacional, con menos recursos económicos y de poblaciones rurales como lugar de residencia son las más afectadas en este ámbito”, grafica.

Frente a este escenario, trabajar en estas determinantes, junto con mejorar el acceso a la atención odontológica y una educación bucal desde la temprana edad, parecieran ser claves para mejorar el panorama nacional.

Para la profesional, la higiene bucal debe iniciarse en los niños desde su nacimiento. “Los médicos debemos educar a los padres en este punto y enseñar a utilizar técnicas de limpieza durante y después de la lactancia, cuando aparecen los primeros dientes y en todo el ciclo de desarrollo del menor. Las pautas del Minsal recomiendan que la primera visita al dentista sea a contar de los 6 meses o cuando comienzan a salir las primeras piezas dentales y que los controles sean, como mínimo, dos veces al año para monitorear los cambios que se dan durante el crecimiento del niño o la niña”, indica.

La primera visita, como los controles frecuentes con un especialista, además servirá para evaluar los riesgos de cada paciente de padecer algunas patologías orales, con el fin de determinar pautas preventivas o terapéuticas, en caso de ser necesario.  Para Galarce, “esto también significa una disminución en el gasto de cada familia a largo plazo y en los costos sanitarios de cada país. En Chile no existen estadísticas claras, pero en España se estima que las enfermedades bucodentales suponen entre el 5% y el 10% del total del gasto sanitario de la población. Sin embargo, con una mínima inversión, se podría ahorrar en patologías futuras. La salud bucal desde la primera infancia debe entenderse como una inversión a futuro”.

Antes de la pandemia, el Ministerio de Salud reportaba que cada año se realizaban unos siete millones de consultas odontológicas en hospitales y centros de salud primaria, aun cuando el 25% de las listas de espera para consultas de especialidad médica en hospitales públicos correspondía a este tipo de atenciones. Por otra parte, la última Encuesta Nacional de Salud revelaba que casi el 54% de la población estimaba que tiene una salud bucal regular o mala, mientras que más del 52% reconocía que no iba al dentista en más de un año y el 2% que nunca lo había hecho.

Y a pesar de que algunas acciones (y grupos específicos) fueron incorporadas en políticas estatales como las Garantías Explícitas de Salud (GES), la salud bucal necesita de una intervención urgente, considerando las determinantes sociales que intervienen en ella y, sobre todo, con un importante foco en la prevención desde que nacemos. “Los médicos y odontólogos tenemos una gran responsabilidad en la labor informativa y educativa. Esta será la mejor herramienta para potenciar hábitos y rutinas que se mantengan en el tiempo y que comiencen desde una edad temprana. Esto será clave para que la salud bucal salga de urgencias”, finalizó la doctora.

 

 

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