Por Dr. Matías Amenábar, psiquiatra y miembro de la Agrupación de Médicos de Clínica INDISA (AMCI)
El 13 de enero se conmemora el Día Mundial de Lucha contra la depresión, una realidad que a todos atemoriza y que muchos esconden, y que paradójicamente para quienes la padecen, en vez de encontrar comprensión en el entorno y el sistema, muchas veces son discriminados y aislados.
Los trastornos del ánimo son los segundos trastornos mentales más frecuentes luego de los trastornos de ansiedad, mientras que la depresión afecta de forma importante la funcionalidad y calidad de vida de las personas. De hecho, el trastorno depresivo mayor es una de las principales causas de años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) y de ausentismo estudiantil y laboral a nivel mundial.
Según diferentes análisis de notificación del trastorno depresivo mayor, se estima que afecta al 7% de los chilenos y chilenas. Este porcentaje probablemente sea mucho mayor debido a la falta de notificación de casos y porque un número no menor de pacientes no acceden a una consulta en salud mental. Esto último podría deberse a dificultades de algunos pacientes para obtener una atención de salud mental o el negarse a asistir, debido al estigma de patología psiquiátrica o el temor por desconocimiento de los tratamientos.
Lo cierto es que los trastornos depresivos se presentan a lo largo de toda la vida y afecta a ambos sexos. Situaciones como la pandemia y el encierro, dejaron en evidencia la vulnerabilidad de la salud mental en muchas familias, debutando en hogares en los que no había antecedentes previos.
A nivel global y en Chile, la pandemia de Covid 19 con sus efectos directos e indirectos (aislamiento social y dificultades económicas) condujo a un importante aumento en los casos de trastornos depresivos. Las mujeres y los jóvenes fueron los grupos más vulnerables con un mayor aumento de trastornos depresivos. Mientras que a nivel mundial, los trastornos depresivos aumentaron en 53,9 millones de casos, representando un aumento de 27,6% de la prevalencia mundial. Se estima que en Chile el aumento de casos por trastornos depresivos fue de 241 mil por causa de la pandemia.
No obstante, existen otras realidades poco conocidas como es la depresión en la vejez, que se ha convertido en un importante problema de salud pública, debido a su impacto significativo en la calidad de vida. Se estima una prevalencia de depresión en el adulto mayor cercana al 10%. Mujeres, personas con un nivel educativo más bajo y vivir en soledad parecen ser los factores que aumentan la probabilidad de desarrollar una depresión en esta etapa de la vida. Se necesita más investigación para comprender los factores involucrados en estas brechas, mejorar la detección y brindar un tratamiento oportuno.
La salud mental es tan importante como aquella que trata órganos o requiere cirugías. Aborda patologías que fácilmente pueden convertirse en realidades crónicas, invisibilizadas y afectan no sólo al paciente, sino también a su familia y entorno social, quienes se ven impotentes ante no poder ofrecer una ayuda efectiva. Del mismo modo, la sociedad debe comprender que una persona con este diagnóstico no puede salir adelante por su propia voluntad o iniciativa, sin recibir un tratamiento farmacológico y terapia, por tanto no deben ser responsabilizados por no superar la enfermedad por sí mismos. Es fundamental tomar las medidas preventivas, generar las facilidades en el acceso a la salud mental y disponer de los recursos necesarios para ofrecer los mejores tratamientos a los pacientes afectados por un trastorno depresivo u otra patología de salud mental.
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