Aunque de silencioso avance y, muchas veces, difícil pesquisa y tratamiento, los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son un problema de salud pública.
Anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastorno por atracón son los más conocidos. Todos ellos, caracterizados por patrones alimentarios y de pensamiento perjudiciales que pueden tener consecuencias graves para la salud, por lo que requieren de intervención especializada y tratamiento efectivo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 70 millones de personas los padecen. Mientras que en Chile, de acuerdo a un estudio realizado por la Pontificia Universidad Católica, la prevalencia del riesgo a padecer un TCA en la población adolescente ha mostrado cifras entre 7,4 y 12%, con mayor prevalencia en mujeres.
Como pueden ser causados por múltiples factores, desde la predisposición genética, hasta seguir dietas restrictivas sin supervisión especialista, es importante prevenir los TCA a tiempo para poder contener su avance.
En una sociedad individualista y centrada en la imagen, con múltiples mensajes que idealizan parámetros físicos irreales, es necesario estar en constante alerta; ya sea con niños y jóvenes, o con quienes estén pasando por momentos complejos, como situaciones de crisis o cambios de rutinas.
El apoyo es fundamental para quienes puedan estar sufriendo estos trastornos. Es muy importante no hacer comentarios sobre la apariencia física, sino enfocarse en la preocupación que despierta el bienestar de ese ser querido. También ofrecer ayuda en forma de compañía y orientación en el tratamiento que se avecina.
Detrás de comer o no comer, puede haber todo un mundo de problemas físicos, mentales y emocionales. Tener una relación sana con la comida no siempre es fácil. Padres, hermanos y amigos debemos estar ahí para quienes más nos necesitan.
Equipo Prensa
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