Según estudio del Consorcio Lechero

– Casi la mitad de las mujeres encuestadas reconoció que dejó de ingerir lácteos por esta condición, de acuerdo al sondeo, que también deja en evidencia temas asociados con la desinformación alimentaria.

– El Dr. Andrés Bustamante, del Departamento de Nutrición de la Universidad de Chile, llamó a informarse sobre alternativas naturalmente sin lactosa o baja en lactosa y también sobre el amplio mercado de productos elaborados que no la contiene, a fin de cumplir con la recomendación de tres porciones de lácteos al día.

– El no consumo de leche impide a diversos grupos de la población acceder a micronutrientes de alto valor biológico a un relativo bajo costo, lo que podría tener efectos en el largo plazo; en Chile, se calcula que hasta un 50 por ciento de la población podría ser intolerante a la lactosa. 

La intolerancia a la lactosa es la principal barrera de consumo de leche en Chile, fundamentalmente en las mujeres, según reveló un estudio de investigadores del Comité Científico de Lácteos, una instancia apoyada por el programa Gracias a la Leche del Consorcio Lechero. 

En nuestro país, esta condición podría afectar hasta un 50 por ciento de la población, aunque existen alternativas disponibles lácteas naturales y procesadas sin lactosa o bajas en lactosa, entre ellos una amplia diversidad de quesos, yogures, leches y lácteos fermentados, de acuerdo a la recomendación de especialistas. 

Las cifras de la medición demostraron que un 48 por ciento de las mujeres dijo no consumir leche por este motivo (versus el 36 por ciento de los hombres). La intolerancia a la lactosa es una reacción adversa a un alimento, de tipo no inmunomediada, que se produce por la capacidad reducida de un individuo para digerir la lactosa que consume. 

La leche es uno de los alimentos más ricos en términos de nutrientes y que tiene una gran cantidad de beneficios en relación al bajo costo del producto. O sea, es un alimento de un precio relativamente accesible, pero que tiene una calidad nutricional muy alta. El problema de esta situación es que la gente está dejando de consumir un alimento muy valioso debido a una percepción, muchas veces no diagnosticada médicamente”, señaló el académico del Departamento de Nutrición de la Universidad de Chile, el Dr. Andrés Bustamante. 

La leche es fuente de calcio, proteínas y de materia grasas con efectos positivos para la salud. Por lo tanto, usualmente, cuando la gente tiene esta intolerancia a la lactosa, deja de consumir lácteos. Y, por lo tanto, eso se transforma finalmente en un factor que hace que consuman menos calcio y menos proteínas, desde el punto de vista nutricional”, añadió el facultativo.  

De hecho, un reciente reporte a nivel nacional mostró una relación incipiente entre el consumo de queso y la protección de enfermedades derivadas de la obesidad, entre ellas la diabetes. 

Las Guías Alimentarias para Chile –un documento de referencia que analizó los comportamientos alimentarios en las distintas macrozonas del país a nivel continental e insular– sugieren la importancia de mantener las tres porciones al día de lácteos, en línea con las recomendaciones internacionales. 

Pese a esto, grupos prioritarios en el país podrían no estar alcanzando esta dosis base: los niños, niñas y adolescentes; las mujeres embarazadas y las personas de la tercera edad, de acuerdo a informes recientes. Este alimento aporta energía y diversos nutrientes entre los que destacan proteínas de alto valor biológico; minerales como calcio, fósforo, magnesio, potasio, zinc, selenio; y, vitaminas como la A, D, B1, B2, B3, B6 y B12. 

Además, la leche es un alimento en el cual se puede agregar nutrientes o compuestos bioactivos beneficiosos para la salud, entre los que destacan los ácidos grasos omega-3, hierro, fitoesteroles, etc. Como referencia, Chile publicó en 2022 la norma para la fortificación de la leche con vitamina D, debido al descenso en los niveles de este nutriente que el cuerpo necesita para fortalecer los huesos y mantenerlos saludables. 

La ausencia de lactasa 

La intolerancia a la lactosa es un síndrome caracterizado por una serie de manifestaciones en las personas que la padecen: diarrea, hinchazón, dolor abdominal o flatulencia. Se produce principalmente porque al ingerirse no es digerida o absorbida por nuestro organismo a la velocidad suficiente para permitir la ruptura de esta molécula. 

La lactosa es un disacárido que está formado por glucosa y galactosa. Lo usual es que tengamos una enzima llamada lactasa, con la capacidad de romperla, ubicada en el epitelio de nuestro intestino delgado, que es la zona donde uno normalmente absorbe los nutrientes. La intolerancia se produce, entonces, cuando nos falta la enzima que realiza esta ruptura”, explica Bustamante. 

Al no activarse este mecanismo por la ausencia de lactasa, la lactosa sigue su tránsito hacia el intestino grueso, donde empieza a fermentar por efecto de la microbiota intestinal. Esto origina, por ejemplo, distensión abdominal. Pero no es la única consecuencia: al no absorberse la lactosa, esta atrae agua y electrolitos hacia el lumen del intestino, produciéndose diarrea. 

Todos tenemos la enzima lactasa cuando somos lactantes. La leche materna, de hecho, es uno de los alimentos con mayor cantidad de lactosa producidos por los mamíferos (un siete por ciento, casi un 40% más que la leche de vaca, que solo registra un cinco por ciento). Su importancia radica en que es la principal fuente de hidratos de carbono en los recién nacidos, ofreciendo importantes beneficios para su salud y desarrollo. 

La actividad de esta enzima en este período es muy alta, cercana al cien por ciento, ya que estamos programados evolutivamente para ello. 

Pero a medida que abandonamos la leche materna, después del año de edad, su funcionamiento no hace más que disminuir naturalmente. Esto explica las dificultades que vamos manifestando a lo largo del tiempo para romper esta molécula y causar estos síntomas indeseables, complementa el doctor en nutrición de los alimentos y quien se desempeña como académico en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile 

La actividad de la lactasa está en su máxima capacidad en los primeros meses de vida. Estamos naturalmente preparados para romper esta molécula hasta el año de edad. De ahí para adelante su actividad empieza a disminuir. Esto explica por qué este mecanismo es más eficiente en niños que en adultos. A medida que envejecemos, también baja la cantidad de enzimas que disponemos”. 

Autodiagnóstico y nuevas alternativas 

Se estima que los seres humanos pueden tolerar hasta diez a doce gramos de lactosa al día sin manifestar sintomatologías adversas o con leves síntomas. Según el Dr. Bustamante, esto significa que aún con deficiencias en la presencia de lactasa en nuestro organismo, el impacto sería bajo. Pese a esto, la comunidad científica local se muestra preocupada respecto a situaciones relacionadas con los problemas de desinformación y autodiagnóstico.

En la comunidad científica vemos dos fenómenos asociados a esta situación. Uno, que hay mucho autodiagnóstico de los consumidores, que ante cualquier malestar digestivo lo asocian a una intolerancia a la lactosa, pero podría haber una infinidad de otras causas. Y lo segundo, que esto también ha derivado en una explosión a nivel de mercado de alternativas sin o bajas en lactosa, que no derivan en riesgos importantes para la salud, salvo en algunos casos puntuales”. 

Esta excepción está relacionada con el leve aumento en la respuesta glicémica ante la ingesta de alternativas sin lactosa, lo cual hace aún más relevante que cualquier sospecha de intolerancia sea efectivamente confirmada por un examen médico. 

Uno de los aspectos más particulares de esta condición es que no se distribuye tampoco equitativamente a nivel mundial. Un caso paradigmático en la materia lo suponen los países nórdicos, pero en particular Finlandia, donde la prevalencia es menor al cinco por ciento (otras naciones europeas tienen indicadores cercanos al 15 por ciento, entre ellos Alemania y Dinamarca). Asia central es una de las regiones con la mayor tasa de intolerancia: más del 90 por ciento. 

Aspectos evolutivos o incluso de la producción de alimentos (como el pastoreo de las vacas) podrían incidir en esta disparidad. Se estima que el 75% de la población mundial padece intolerancia a la lactosa, el principal azúcar presente en la leche, aunque esta cifra en América Latina y Sudamérica podría superar el 50 por ciento, de acuerdo a algunos reportes. 

Un problema de percepción 

Las brechas a nivel de desconocimiento y desinformación también están afectando la percepción de los consumidores en el consumo de lácteos, según constató el estudio (que recopiló datos de más de dos mil personas en todo el territorio nacional). Se trata del primer reporte apoyado por el Consorcio Lechero, a través del programa Gracias a la Leche y su comité científico (que convoca a investigadores de diversas universidades nacionales). 

La creencia de que la leche es perjudicial para la salud fue compartida por un 13 por ciento de las mujeres y un 17 por ciento de las mujeres que no consume leche. Otros motivos expuestos por los individuos entrevistados fueron su sabor (18 por ciento dijo que no le gustaba) y la obtención de nutrientes a partir de otros alimentos. 

Un seis por ciento de quienes abandonó la ingesta de lácteos lo hizo por preferir la dieta vegana, aunque no se aportaron datos respecto a si estas personas acuden a la suplementación nutricional para revertir el déficit de vitaminas, minerales y proteínas de alto valor biológico que se encuentran en los lácteos. Un ocho por ciento de las mujeres, en tanto, señaló la aparición de acné como su principal razón para no consumir lácteos (versus menos del uno por ciento de los hombres). 

En nuestro país, la leche y sus derivados, tales como yogurt o queso, se han transformado en alimentos importantes para la nutrición, salud y bienestar del ser humano, considerando los diferentes nutrientes que aportan los lácteos y los efectos de su ingesta durante las diferentes etapas del ciclo vital. 

Así lo reafirmó un panel de más de 50 científicos chilenos y extranjeros que colaboraron en el libro Lácteos Nutrición y Salud publicado el año 2020, quienes enfatizan que la evidencia acumulada en el transcurso de la historia fue vencer la desnutrición infantil en Chile, tras la implementación de la política pública de la leche Purita gratuita en los consultorios en los años 70. 

Los lácteos han demostrado tener efectos beneficiosos para la salud del ser humano desde el embarazo, infancia, adolescencia, vida adulta y hasta las edades más avanzadas; en la prevención y/o tratamiento de diversas enfermedades crónicas como la obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión arterial, determinados tipos de cáncer y enfermedades neurodegenerativas, así como en mejorar el rendimiento físico en condiciones más exigentes para el organismo como es el ejercicio”, expuso el Dr. Rodrigo Valenzuela, editor principal  del libro. 

La evidencia científica reciente a nivel mundial es clara respecto a los beneficios de la leche: proporcionan nutrientes biológicos fundamentales, son un vehículo eficiente para la fortificación (en nuestro país, por ejemplo, con la reciente norma para elevar los niveles de vitamina D), aportan al desarrollo físico y cognitivo en el crecimiento, favorecen la salud durante el embarazo y ayudan a prevenir las enfermedades crónicas, entre otros (Por: Luis Francisco Sandoval. Agencia InéLlambías Comunicaciones).

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