Infertilidad, riesgos de infartos agudos al miocardio, aumento de la resistencia a la insulina, y desarrollo de acné, son algunas de las diversas alteraciones que esta hormona provoca.

 

Los esteroides anabólicos androgénicos son variantes o derivados sintéticos de una hormona llamada testosterona, la cual se produce en mayor cantidad en los hombres, y una pequeña cantidad es sintetizada en mujeres.

Dentro de las funciones androgénicas de la testosterona secretada por el organismo, se encuentra el desarrollo de características masculinizantes y reproductivas; y sus acciones anabólicas, atribuidas como el desarrollo muscular, óseo, de la médula ósea e hígado.

Marisol González, nutricionista e integrante de Prosalud UCSC, explicó que “el derivado sintético de la testosterona es prescrito bajo indicación médica en situaciones puntuales; como por ejemplo en enfermedades con disminución de masa muscular esquelética, en la osteoporosis, o cuando hay retraso en la pubertad por deficiencia de la hormona”.

“Sin embargo, ha sido utilizada sin indicación y de manera ilegal tanto por deportistas y fisicoculturistas, pero también por usuarios de gimnasios de distintos grupos etarios, siendo los jóvenes e incluso adolescentes, quienes han aumentado en número de consumidores durante la última década, con el fin de mejorar el rendimiento físico y deportivo, como el aspecto físico. Lamentablemente, el exceso en su uso produce efectos adversos y consecuencias negativas en la salud”, agregó González.

De acuerdo con la vía de administración, los esteroides anabólicos podemos encontrarlos generalmente orales (absorbidos a nivel gastrointestinal) como inyectables (de uso intramuscular).

Respecto a cómo actúan los esteroides anabólicos androgénicos, su mecanismo resulta de tres acciones. La nutricionista indicó que “la primera acción es por la retención de nitrógeno con una mejor utilización de la ingesta proteica, la segunda acción es por estímulo del sistema ARN-polimerasa, dado por la unión o interacción entre el esteroide anabólico androgénico y su receptor, lo que produce un aumento de la masa muscular esquelética, aumento de la eritropoyetina, entre otros); y finalmente, la tercera acción es aquella anti catabólica”.

Asimismo, el uso de esteroides anabólicos androgénicos puede producir diversas alteraciones. González señaló que “por ejemplo, puede afectar de maneras hepáticas; sexuales como infertilidad, disfunción eréctil, atrofia testicular, amenorrea en mujeres y atrofia mamaria; alteraciones cardiovasculares como la disminución del colesterol HDL, llamado también colesterol ‘bueno’ y se produce un aumento del LDL, llamado comúnmente colesterol ‘malo’, riesgo de infartos agudos al miocardio, riesgo de hipertensión arterial, retención de agua y sodio”.

«También hay factores psiquiátricos como el aumento de la irritabilidad, alteración del estado de ánimo, propensión a trastornos depresivos, agresividad, insomnio, alteración de la libido; alteraciones estéticas como la alopecia, aumento de peso, efecto masculinizante en mujeres; alteraciones dermatológicas, enfocado principalmente en el desarrollo de acné; endocrinológicas como el aumento resistencia a la insulina e hipogonadismo; alteraciones renales y urológicas; infecciones como la hepatitis B, VIH por agujas compartidas, artritis séptica, y alteraciones sanguíneas que provocan la formación de coágulos”, añadió la integrante de Prosalud UCSC.

Si bien, de acuerdo a la evidencia y estudios científicos realizados, la mayoría de estos efectos adversos puede revertirse, lamentablemente las comorbilidades asociadas y el gasto monetario que conlleva, no”, cerró González.

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