Por Tomás Grandi, CEO de Sked24
La salud en Chile enfrenta desafíos persistentes que requieren soluciones innovadoras. El acceso adecuado a servicios médicos y el acceso a la atención siguen siendo barreras significativas. Según un informe de McKinsey, más del 60% de las personas en la región latinoamericana han postergado sus atenciones de salud por problemas de accesibilidad. Este escenario exige una transformación radical en cómo nos acercamos a la atención médica, y la tecnología emerge como una herramienta clave.
Desde una mirada tecnológica, hemos comprobado que el uso de plataformas digitales no solo facilita la gestión eficiente de horas médicas, sino que también puede democratizar el acceso a las atenciones de salud. Pero la tecnología debe ir más allá de ser un simple facilitador; debe convertirse en un eje central que mitigue las principales dificultades que enfrenta el sistema de salud en Chile.
El mismo estudio de McKinsey reveló que el 81% de los encuestados están interesados en aplicaciones de salud para el bienestar y la atención preventiva, y muchos están dispuestos a pagar por ellas. Este dato subraya un cambio cultural importante y es que estamos cada vez más abiertos a integrar herramientas digitales en nuestro día a día para cuidar la salud. Aquí la tecnología tiene una gran oportunidad: facilitar el acceso a servicios de salud y permitir que las personas tomen un rol proactivo en el cuidado de su bienestar.
La telemedicina, por ejemplo, ya se posiciona como una alternativa clave para la atención de baja complejidad y el seguimiento médico. Entre el 41% y el 48% de los encuestados prefieren la atención virtual para estos casos debido a su conveniencia y menor costo. Este enfoque tiene el potencial de descongestionar hospitales y clínicas, permitiendo que personas en zonas rurales o de difícil acceso reciban la atención que necesitan sin grandes sacrificios.
Para que la digitalización logre convertirse en una solución transversal, es esencial que las políticas públicas apoyen su integración de manera sostenida. La accesibilidad debe ser prioritaria, lo que implica inversiones en infraestructura y educación digital para que más personas puedan beneficiarse de las ventajas de la salud digital.
La tecnología debe responder a las necesidades reales de los pacientes y la innovación debe centrarse en ellos. La pandemia ya demostró que la salud digital es el futuro. La pregunta para Chile es si estamos preparados para abrazar este cambio y darle el impulso necesario para mejorar la vida de millones de personas. Nosotros estamos comprometidos a liderar ese cambio.
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