Por Tomás Grandi, CEO de SKED24

El reciente debate en torno al Presupuesto 2025 ha puesto en el centro de la conversación los urgentes desafíos del sistema de salud chileno, en particular, la atención primaria y la reducción de las listas de espera. En un mensaje enviado a la nación, el Presidente Gabriel Boric subrayó la necesidad de intensificar los esfuerzos en salud, reconociendo que aún persiste una deuda con los millones de personas que esperan por atención. Con esta intención, se ha anunciado un incremento del 3,9% en el presupuesto de la Atención Primaria de Salud (APS), equivalente a $130.680 millones adicionales para el próximo año, así como un aumento del 68% en los recursos destinados a reducir las listas de espera.

Este aumento de recursos es un paso importante, pero no puede ser el único. Para enfrentar los problemas estructurales del sistema sanitario, se necesita un enfoque que contemple el uso intensivo de tecnologías digitales que permitan avanzar hacia un sistema de salud más eficiente, accesible y sostenible. La digitalización debe consolidarse como un pilar estratégico en el presupuesto de salud, no solo como un lujo, sino como una necesidad urgente.

Las listas de espera son una de las mayores crisis que enfrenta la salud pública en Chile, con aproximadamente 3 millones de atenciones pendientes. El impacto de este retraso en la calidad de vida de las personas es incalculable. Aquí es donde la tecnología puede y debe jugar un rol fundamental. La telemedicina, por ejemplo, permite que las consultas básicas se realicen de manera remota, descongestionando los centros de salud y evitando que pacientes de bajo riesgo ocupen recursos que podrían destinarse a casos críticos. Asimismo, los sistemas de agendamiento y gestión digital de horas médicas pueden reducir las ausencias y mejorar la organización del flujo de pacientes, optimizando el uso de los recursos humanos y de infraestructura ya disponibles.

Por otro lado, los historiales médicos electrónicos y las plataformas de monitoreo remoto permitirían un seguimiento más preciso y constante de la salud de los pacientes. Al digitalizar estos procesos, se evitan duplicaciones de pruebas, se mejora la continuidad del tratamiento y se reduce el margen de error en la atención, especialmente para aquellos con enfermedades crónicas que requieren visitas frecuentes.

Con el Presupuesto 2025 en la mira, priorizar la transformación digital del sistema de salud chileno no solo es una inversión en bienestar, sino una estrategia para garantizar que el acceso a la salud esté a la altura de las necesidades de la población. En un contexto de limitaciones fiscales, la tecnología ofrece una alternativa costo-eficiente para optimizar los recursos ya existentes, generando un impacto significativo en la atención y los tiempos de espera sin necesidad de construir infraestructura física.

La salud digital no es una moda pasajera; es una herramienta real y poderosa para transformar el sistema de salud. En la medida en que el Estado la incorpore como un componente esencial en la gestión de recursos, se estará construyendo un modelo más inclusivo y preparado para responder a las necesidades actuales y futuras. El Presupuesto 2025 tiene la oportunidad de sentar las bases de esta transformación. Se requiere de voluntad política y de un compromiso firme para asegurar que el acceso a una atención oportuna y de calidad sea un derecho y no un privilegio para la ciudadanía.

 

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