Expertos del Centro Regional de Estudios Ambientales (CREA-UCSC) explican los graves efectos de la quema de residuos como ropa y plásticos, subrayando su impacto en la salud humana, el medioambiente y la biodiversidad.
Los recientes incendios ocurridos en sectores urbanos de Concepción, como Camilo Henríquez, no solo evidencian la vulnerabilidad de muchas zonas a eventos catastróficos, sino también la peligrosa acumulación de elementos altamente contaminantes que, al arder, liberan una serie de compuestos tóxicos con efectos devastadores para el medioambiente y la salud pública.
“La quema de residuos como ropa, plásticos o basura en incendios urbanos o forestales tiene consecuencias medioambientales muy relevantes debido a la liberación de contaminantes y la alteración de los ecosistemas”, explica Robinson Sáez, Director del Centro Regional de Estudios Ambientales (CREA) de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC).
Entre los principales efectos, Sáez advierte sobre la emisión de gases de efecto invernadero como dióxido de carbono (CO₂) y metano (CH₄), que agravan el cambio climático, además de compuestos tóxicos como dioxinas, furanos y metales pesados, altamente persistentes y nocivos para la salud.
Por su parte, Luis Bustos, especialista del CREA, detalla que estos incendios liberan partículas finas (PM₂.₅ y PM₁₀), que pueden mantenerse en la atmósfera durante semanas y penetrar profundamente en los pulmones. “Estas partículas agravan enfermedades respiratorias y cardiovasculares, y aumentan el riesgo de mortalidad prematura”, sostiene.
Además, se liberan gases como el monóxido de carbono, dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, responsables de intoxicaciones y problemas respiratorios severos, junto a compuestos orgánicos volátiles como el benceno y el formaldehído, que tienen efectos carcinógenos y neurológicos.
Las consecuencias no terminan con el fuego. Las cenizas cargadas de metales pesados y químicos se infiltran en el suelo y fuentes de agua, alterando su composición y dañando ecosistemas enteros. De acuerdo a Sáez, “los compuestos tóxicos no solo afectan la vegetación, sino también a la fauna que puede inhalarlos, ingerirlos o sufrir la contaminación de su hábitat”.
Este escenario afecta especialmente a las comunidades cercanas, que se exponen a enfermedades respiratorias y cardiovasculares, con efectos que pueden prolongarse durante meses después del incendio.
Ante este complejo panorama, Sáez enfatiza la necesidad de tomar medidas preventivas y de fiscalización urgentes. “Debemos revisar y fiscalizar tanto a empresas que operan legalmente como a aquellas que funcionan fuera de la normativa, sobre todo en sectores urbanos densamente habitados”.
Además, propone reforzar el autocuidado mediante acciones tan básicas como la limpieza de canaletas, revisión de sistemas eléctricos y buen mantenimiento de calefactores. Pero también destaca un enfoque comunitario. “Las propias comunidades deben tener mecanismos para alertar de situaciones anormales. La vigilancia local puede evitar riesgos incontrolables como los vividos recientemente, que podrían lamentar pérdidas irreparables”, finaliza el Director del CREA.