En un escenario educativo donde más del 90% de los colegios en Chile carece de psicólogo escolar, la salud mental de niños y adolescentes enfrenta una brecha estructural.

Según un análisis de Salud con Lupa, solo el 3% de los centros educativos tiene estos profesionales especializados, pese a una normativa vigente desde 2011 que los exige. Esta cifra no solo revela un incumplimiento crítico, sino que deja a millones de estudiantes sin acceso a apoyo emocional fundamental.

Un dato crítico, pero no nuevo

El déficit no es reciente, pero sí cada vez más evidente. Un informe del Ministerio de Salud basado en datos del MINEDUC ya lo advertía hace más de una década: solo el 13,7% de las escuelas básicas y secundarias contaba con al menos un profesional de salud mental —psicólogo, orientador o psicopedagogo— trabajando jornada parcial o completa. La gran mayoría, más del 85%, no tenía ninguno.

A más de diez años de esa radiografía, la situación no ha mejorado sustancialmente. De acuerdo con cifras recientes del Colegio de Psicólogos de Chile, la relación promedio actual es de un psicólogo por cada 1.200 estudiantes, muy por debajo del estándar internacional recomendado, que ronda un profesional por cada 250 alumnos. En contextos rurales o vulnerables, la realidad es aún más precaria: hay escuelas completas sin ningún tipo de apoyo psicosocial, o con un psicólogo compartido que atiende múltiples establecimientos y solo algunos días al mes.

¿Por qué esto debería alarmarnos?

Porque la evidencia es clara: más del 70% de los trastornos de salud mental comienzan antes de los 18 años. Y, según datos de la UNICEF y el Ministerio de Educación, en Chile los síntomas suelen aparecer antes de los 14. Ansiedad, depresión, ideación suicida, autolesiones, trastornos alimentarios. Muchos de estos casos podrían prevenirse o contenerse a tiempo con la intervención oportuna de un profesional capacitado. Pero no hay quién escuche, ni dónde hacerlo.

La situación es especialmente crítica en establecimientos públicos y subvencionados, donde el presupuesto por estudiante no permite contar con equipos de apoyo multidisciplinarios. La ley tampoco exige un psicólogo por escuela. A diferencia de países como Uruguay, donde desde 2020 se implementó una política pública que garantiza al menos un psicólogo por centro educativo, en Chile todo depende del proyecto educativo, la gestión del sostenedor y la disponibilidad presupuestaria.

Más vigilancia, menos contención

Paradójicamente, muchas escuelas hoy invierten más recursos en vigilancia que en apoyo emocional. Un informe reciente de la Defensoría de la Niñez reveló que en más del 70% de los colegios vulnerables se gasta más en guardias y cámaras de seguridad que en convivencia escolar o programas de salud mental. Es el síntoma de un modelo que responde al conflicto con castigo, en lugar de formar en habilidades socioemocionales y prevención.

Sin contención, los síntomas escalan. Los docentes reportan cada vez más episodios de agresividad, apatía, aislamiento y desregulación emocional. La deserción escolar —que afecta hoy a más de 50 mil estudiantes en el país— también tiene un fuerte componente de salud mental. Pero seguimos sin políticas universales que aseguren el acceso al bienestar emocional como parte del derecho a la educación.

La urgencia de un cambio estructural

En 2023, el Ministerio de Educación y el Ministerio de Salud lanzaron una Estrategia de Fortalecimiento de Salud Mental en Comunidades Educativas. Una buena señal, pero aún insuficiente. La iniciativa contempla la formación de duplas psicosociales (psicólogo más trabajador social) para apoyar algunos establecimientos, pero los recursos asignados solo alcanzan a una fracción del universo total de escuelas y liceos del país.

La crisis es estructural y requiere una respuesta de la misma magnitud. Chile necesita una política nacional de salud mental escolar, que garantice al menos un psicólogo por establecimiento, priorice las zonas de mayor vulnerabilidad y promueva la formación emocional como parte del currículum escolar.

En Latinoamérica, el estándar aceptable es un psicólogo por cada 200–250 estudiantes. En algunos sistemas, como España, se recomienda uno por cada 200 alumnos; en Colombia, el máximo establecido es uno por 250. En Chile, este índice aparece duplicado o triplicado, pese a las normas.

Diversas investigaciones destacan los efectos de la salud mental no atendida en el sistema escolar. Según estimaciones, un psicólogo en una escuela chilena podría enfrentarse a más de 2.400 estudiantes, muy por sobre lo recomendado en otros países, y con recursos insuficientes para atender crisis y prevenir conductas de alto riesgo.

No disponer de estos referentes clínicos compromete la detección temprana de trastornos del ánimo, impulsividad, suicidio o situaciones de violencia, síntomas que sí son controlables con prevención a tiempo.

¿Y si educamos también en emociones?

La alfabetización emocional —hoy tan ausente como necesaria— debe dejar de ser un extra y convertirse en un pilar formativo. Reconocer, expresar y regular las emociones, pedir ayuda, trabajar la empatía y la resolución de conflictos son competencias esenciales para la vida, especialmente en tiempos de incertidumbre, pospandemia y transformación social.

En Edumokia, desarrollamos soluciones concretas para enfrentar este desafío: tecnología educativa y plataforma de monitoreo que permiten a las escuelas detectar señales tempranas, fortalecer la convivencia y trabajar el bienestar emocional desde la primera infancia. Pero para que estas soluciones tengan impacto, deben integrarse a una política pública que asuma la salud mental como un derecho y no como un privilegio.

La salud mental no puede esperar

No contar con psicólogos escolares no es solo una carencia técnica. Es una omisión ética. Es negar a niños, niñas y adolescentes la posibilidad de ser escuchados, comprendidos y acompañados en momentos críticos de su desarrollo. Es postergar su bienestar emocional con consecuencias que pueden ser irreversibles.

En medio de una crisis global de salud mental, Chile tiene la oportunidad —y la obligación— de actuar. Lo que está en juego no es solo el futuro de la educación. Es la salud emocional de toda una generación.

 

Marielys Navarro

CEO & Cofounder de Edumokia School

 

Fuentes:

 

https://diprece.minsal.cl/wrdprss_minsal/wp-content/uploads/2016/02/Ministerio-de-Salud_2014_Informe-WHO-AIMS-II.pdf#:~:text=De%20acuerdo%20a%20informaci%C3%B3n%20recibida,Existen%20diferencias%20en%20la

 

https://resumen.cl/articulos/escuelas-en-crisis-la-violencia-como-reflejo-de-una-sociedad-fracturada

 

https://www.bcn.cl/delibera/show_iniciativa?id_colegio=5177&idnac=2&patro=0&nro_torneo=2025#:~:text=La%20mayor%C3%ADa%20de%20los%20colegios,es%20a%20trav%C3%A9s%20del%20colegio

 

https://www.mineduc.cl/estrategia-de-fortalecimiento-de-la-salud-mental-en-las-escuelas/#:~:text=Mineduc%2C%20Minsal%20y%20MDSF%20presentan,Salud%20Mental%20en%20comunidades%20educativas

 

https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-97292022000300080&script=sci_arttext#:~:text=contratar%20profesionales%20que%20intervengan%20en,Carrasco%2C%20Morales%20%26%20Ayala%2C%202011

 

https://saludconlupa.com/noticias/una-generacion-de-ninos-con-problemas-emocionales-regresa-a-escuelas-sin-psicologos/?utm_source=chatgpt.com

 

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