El involucramiento de las familias, en colaboración con la escuela, fortalece la motivación y el desarrollo integral de los estudiantes a lo largo de su trayectoria educativa. Aún con poco tiempo disponible, las familias igualmente pueden estar presentes.
Santiago, mayo de 2025.– En el Mes de la Familia, Fundación CAP destaca la importancia de potenciar, desde la escuela, el involucramiento de la familia como un factor clave en el aprendizaje y bienestar de niños, niñas y adolescentes. Participar en la educación de los hijos e hijas no implica únicamente estar presente en actividades escolares, ya que muchas familias enfrentan barreras de tiempo o laborales. Sin embargo, el compromiso se puede expresar de múltiples formas cotidianas.
En efecto, una de las formas más concretas y significativas en que las familias pueden apoyar la labor de los equipos educativos es promoviendo la asistencia regular a la escuela, y reconociendo los esfuerzos del estudiante, de manera que los aprendizajes sean verdaderamente significativos y no se limiten sólo a la adquisición de contenidos.
Es importante también que las familias transmitan a sus hijos e hijas la importancia que le dan a la educación, su valoración por la escuela y el respeto por los equipos educativos. De esta manera, los estudiantes percibirán que ambos actores -familia y escuela- están de acuerdo en apoyar y acompañar su proceso educativo.
“En nuestros 15 años de experiencia con el Programa Aprender en Familia, hemos comprobado la necesidad de fortalecer la alianza entre los dos agentes educativos más relevantes: la familia y la escuela. Tal como lo respalda la evidencia y lo reafirma nuestro trabajo en terreno, promover una cultura de colaboración entre ambos actores, es clave para potenciar su trayectoria educativa e integral”, afirmó Claudia Soto, directora del Programa Aprender en Familia de Fundación CAP.
La experta añadió que, al desarrollar estrategias y recibir herramientas, las familias comprenden que su rol educativo es fundamental no solo para mejorar la motivación y el rendimiento académico, sino también para potenciar el desarrollo integral de sus hijos e hijas —incluyendo habilidades cognitivas, emocionales y sociales—, indispensables para enfrentar y adaptarse a los diversos desafíos de la vida.
Otras formas de involucrarse activamente en la educación de los hijos e hijas:
Preguntarles con regularidad qué están aprendiendo: demuestra interés y les transmite la importancia de lo que aprenden en la escuela. Además, permite identificar aquello en lo que necesitan mayor apoyo.
Conocer la forma en que la escuela aborda el desarrollo socioemocional (sexualidad, autoestima, relaciones interpersonales etc.): permite apoyar desde la casa, reforzando estos temas en la vida cotidiana de los niños y niñas.
Participar del Centro de padres y apoderados o estar en conocimiento de la labor de esta organización: permite estar informados y plantear opiniones a través de un canal formal como vía para mejorar la labor de los equipos educativos y apoyar el aprendizaje de los y las estudiantes.
Comunicar al profesor/a cualquier situación familiar que crean importante y que pueda afectar el aprendizaje o bienestar de los niños y niñas: permite que los docentes acompañen de mejor manera y sean un apoyo para las familias.
Asistir a las reuniones de apoderados. Fundamental para conocer la información relevante que se entrega al curso y poder participar de los temas que se abordan. Si no es posible asistir presencialmente, responsabilizarse de los tópicos que se trataron para ser parte de la comunidad.
Impacto del involucramiento familiar
Según una evaluación de impacto realizada al Programa Aprender en Familia, en 2015 por J-PAL (Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab), centro fundado en el MIT (Massachusetts Institute of Technology), los apoderados que participaron activamente en el Programa declararon que después del trabajo realizado contaban con más y mejores herramientas para apoyar a sus hijos, además de mostrarse más involucrados en las escuelas.
Otro efecto muy relevante en esta evaluación fue la disminución de 12 % en los índices de violencia de las y los estudiantes de las escuelas que recibieron el Programa Aprender en Familia. A la vez, se evidenció una disminución frente a las preguntas de si habían presenciado o sufrido golpes en su casa.