Si bien la vitamina C es una de las vitaminas más requeridas durante el invierno, la verdad es que sus beneficios se extienden más allá de esta temporada. Cuando hablamos de vitamina C nos referimos a un potente antioxidante que cumple diversas funciones clave en el organismo. Más allá de su poder para prevenir resfríos, esta vitamina refuerza el sistema inmunológico, favorece la formación de colágeno, mejora la absorción de hierro y contribuye a la salud neurológica ya que participa en la síntesis de neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina. No solo eso, también estimula la desintoxicación del organismo, favorece la cicatrización de las heridas y con su poder antioxidante neutraliza los radicales libres, ayudando a prevenir el daño celular.

Afortunadamente, es posible encontrarla en múltiples frutas y verduras, tales como, el kiwi, fresas, papaya, naranja, mandarina, limón, mango y piña. Si lo suyo son las verduras, puede encontrarla en los pimiento rojo y verde, en el brócoli crudo, las coles de bruselas, las espinacas, el perejil y la coliflor. 

Eso sí, siempre es conveniente consumir estos alimentos crudos, según explica Linda Gac, nutricionista de Giser, empresa experta en alimentación institucional. “La vitamina C es sensible a la alta temperatura, por lo tanto, si se expone al calor, especialmente durante una cocción prolongada o temperaturas elevadas, se degrada y pierde su efectividad. Es por esto, que se recomienda comer las frutas mencionadas de manera inmediata y las verduras crudas”, dice.

La nutricionista explica que además hay otros factores que se deben tomar en cuenta para que no afecten el poder de esta vitamina. La luz, por ejemplo, también la degrada, así como el oxígeno ya que el contacto prolongado con el aire acelera su descomposición.

A continuación, entregamos una preparación perfecta para saborear frutas y verduras ricas en vitamina C.

Ensalada de espinacas cruda con zanahoria

(para dos personas)

Ingredientes:

2 tazas de hojas de espinacas frescas.

1 zanahoria grande

Maní sin sal (un puñado)

Vinagreta:

1 cucharadita de semillas de sésamo

Sal de mar

¼ cucharadita de jengibre en polvo

2 cucharadas de vinagre balsámico 

1 cucharada de aceite de oliva

Pimienta negra, molida, a gusto

Lavar y desinfectar cuidadosamente las espinacas y zanahoria, enjuagar. Un buen dato es colocar las espinacas previamente en agua bien fría para que queden crujientes y escurrir.  Pelar las zanahorias con cortes delgados, anchos y largos. 

Después, se prepara la vinagreta. Colocar el sésamo en un sartén para tostarlo un poco. Se retira del fuego cuando haya cambiado levemente de color. En un mortero se coloca el sésamo tostado y encima la sal gruesa. Luego, se comienza a moler, evitando triturar demasiado, ya que la idea es que queden algunas semillas enteras. Se agrega el jengibre, aceite de oliva y el vinagre. Se mezclan bien todos los ingredientes y se revisa la sazón agregando sal y pimienta en el caso de que fuese necesario. Después reservar.

El último paso es tostar un puñado de maní. El cual se pone en una sartén hasta dorar. Luego de eso retirar del fuego.

Finalmente se coloca todo en un bowl, la espinaca, la zanahoria picada, el maní y la vinagreta, se revuelve y se sirve. 

Google News Portal Red Salud
Síguenos en Google Noticias

Equipo Prensa
Portal Prensa Salud

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here