- El TAE es una forma de depresión que sigue un patrón cíclico y predecible, relacionado con ciertas épocas del año, especialmente el otoño y el invierno.
Con el cambio de estacionalidad, las personas no solo sienten los cambios de temperatura, también hay algunas que notan cómo su estado de ánimo se ve profundamente afectado.
En ese sentido, el Trastorno Afectivo Estacional (TAE) es un subtipo de la depresión mayor, y la principal diferencia es el momento del año en que aparece. De acuerdo con el jefe del Servicio de Psiquiatría Adultos del Hospital Clínico San Borja Arriarán, el psiquiatra Pedro Lucero, quienes lo padecen suelen experimentar episodios depresivos recurrentes en una estación específica.
“El patrón más frecuente es el de otoño-invierno, cuando la exposición a la luz solar disminuye. Sin embargo, también existe una variante en primavera-verano que, si bien es menos común, clínicamente puede ser más riesgosa, ya que los síntomas asociados suelen implicar mayor activación del sistema nervioso: irritabilidad, insomnio y ansiedad, lo que incrementa el riesgo de suicidio. En cambio, la depresión invernal tiende a estar marcada por síntomas de inhibición: fatiga, aumento del apetito, sueño excesivo y pérdida de interés en actividades”, complementa el especialista.
Según estudios, el TAE afecta entre el 1% y el 5% de la población general, aunque algunas cifras pueden variar según el país y el clima. “Se presenta con mayor frecuencia en mujeres, especialmente en jóvenes entre los 18 y 30 años, y tiene un segundo punto en edades cercanas a los 40 y 60 años”, añade el doctor Lucero.
Entre los factores de riesgo se pueden encontrar los antecedentes familiares de depresión, el estrés crónico, el desempleo y la pertenencia a grupos sociales más vulnerables o con menor acceso a redes de apoyo.
¿Cómo reconocer el Trastorno Afectivo Estacional?
Para el también docente de la Universidad de Santiago de Chile, es relevante dar a entender que todos experimentan fluctuaciones en el estado de ánimo. “Sin embargo, cuando estos cambios afectan la funcionalidad cotidiana, interfieren con el trabajo, las relaciones o generan sufrimiento, hablamos de un trastorno clínico. El diagnóstico adecuado lo realiza un profesional de la salud mental”, puntualiza.
En esa línea, reconoce que detectar el patrón estacional permite que pacientes y especialistas puedan anticiparse y que, por ejemplo, muchas personas puedan comenzar un tratamiento psicoterapéutico o farmacológico antes de que inicie la estación problemática, ya que existen medicamentos antidepresivos que se utilizan de manera preventiva para evitar sufrir los síntomas, previo a prescripción médica. “Este enfoque preventivo ha mostrado buenos resultados en la reducción de síntomas”, complementa el psiquiatra.
Si bien la recomendación es siempre exponerse a la luz solar natural, cuando no es posible, se pueden utilizar las lámparas de fototerapia como tratamiento efectivo para el TAE. Exponerse entre 15 y 30 minutos diarios a una luz artificial que imita la luz solar, puede mejorar significativamente el estado de ánimo.
“Además, llevar una rutina saludable, mantener una dieta equilibrada, practicar ejercicio físico regular y aprovechar al máximo la luz solar natural, son estrategias clave. Adicionalmente, la indicación médica puede incluir suplementar con vitaminas en caso de déficit”, añade Lucero.
Asimismo, el psiquiatra hace un llamado a hablar de salud mental, ya que lo considera “fundamental” para que las personas puedan visibilizar lo que les está pasando sin temor o vergüenza. “Lo que estás sintiendo no es raro, y mientras más lo normalicemos, más fácil será pedir ayuda. Muchas veces las personas no saben cómo reaccionar cuando alguien cercano expresa su malestar emocional. Escuchar, no juzgar y evitar frases simplistas, puede marcar una gran diferencia”, señala.
La depresión, incluyendo el TAE, afecta al paciente en diferentes ámbitos, incluso en sus relaciones interpersonales. Por eso el tratamiento también debe ser integral: medicamentos para los síntomas físicos, psicoterapia para el bienestar emocional y medidas generales de autocuidado para ambas dimensiones.
“Lo importante es estar atentos, informarse a través de fuentes confiables y buscar ayuda profesional ante cualquier señal de alarma. Porque así como sabemos cuándo cambiar el abrigo por ropa ligera, también podemos aprender a prepararnos emocionalmente para los cambios de estación”, finaliza el doctor Lucero.