Hipotiroidismo, ¿cómo debe ser mi alimentación?
Una producción deficiente de hormonas tiroideas genera importantes trastornos en nuestro organismo. El tratamiento farmacológico ayudará a normalizar estos niveles, aunque existen alimentos que pueden ayudar a lidiar de mejor manera con los síntomas que presenta.
Nos sentimos cansados, con frío –incluso en los meses cálidos-, estreñimiento y con algunos dolores musculares o a las articulaciones. ¿Efecto pandemia? Difícil. Estos síntomas podrían asociarse más a algún trastorno a la tiroides como el hipotiroidismo, una enfermedad más común de lo que se imagina y que llega a afectar a uno de cuatro chilenos, de acuerdo a la Sociedad Chilena de Endocrinología y Diabetes (Soched).
Esta patología se origina cuando la tiroides – esa glándula en forma de mariposa que se ubica en la base del cuello- actúa de forma ineficaz, produciendo niveles insuficientes de las hormonas tiroideas y afectando directamente al control del metabolismo. Sus causas son múltiples, pudiendo desencadenarse debido a alguna enfermedad autoinmune, como respuesta a las hormonas que se secretan durante el embarazo, por la ingesta de medicamentos como el litio o por el déficit de yodo en el organismo.
Aunque suele afectar más frecuentemente a las mujeres (una de cada ocho desarrollará problemas a la tiroides en su vida, según la Asociación Americana de Tiroides), la sintomatología no varía mucho entre sexos y suele presentarse de forma lenta y progresiva. De hecho, la misma Soched indica que en Chile uno de cada cinco hombres la presenta, aunque la mayoría son casos leves o subclínicos.
Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada, señala que existe un problema para diagnosticar el hipotiroidismo gracias a la similitud de sus síntomas con los de otras enfermedades. Aún así, se debe estar atento “al cansancio injustificado, la intolerancia al frío, el aumento de peso sin variaciones en la dieta, uñas quebradizas, caída del cabello, fatiga muscular, problemas de concentración o la voz ronca. En estos casos, lo mejor es visitar a un especialista para hacer las pruebas correspondientes y determinar si se padece o no”.
Según la última Encuesta Nacional de Salud 2017, un 18,6% de la población es sospechosa de sufrir esta patología, una alta prevalencia que puede estar ligada a los altos índices de obesidad que mantenemos. “Por esto, la alimentación juega un rol clave tanto en la prevención como en el control de ésta. De hecho, existen ciertos alimentos que nos ayudarán a lidiar de mejor forma con los síntomas”, indica Molina.
Uno de ellos es el yodo, nutriente fundamental para la formación de las hormonas en la tiroides. Los huevos son una buena fuente de él, aunque la más importante proviene del mar, por lo que se recomienda aumentar el consumo de pescados y mariscos. Sin embargo, “el exceso también puede afectar a la glándula, por eso se debe tratar de conseguir una dieta equilibrada y siempre supervisada por el médico tratante”, enfatiza la facultativa.
Por su parte, el pollo es un alimento que aporta proteínas y zinc, otro mineral que favorece la función de la tiroides. El plátano también es un gran aliado, ya que entrega una gran cantidad de energía, fibra y potasio, ayudando a acelerar el metabolismo. Asimismo, las nueces apoyarán a activar la tiroides por ser ricas en selenio, sin mencionar la ayuda en la pérdida de peso por el efecto saciante que consiguen. Por último, debemos considerar incluir lácteos a la dieta gracias a su contenido de yodo, selenio, zinc y varias vitaminas del grupo B, fortaleciendo también el sistema inmune.
No obstante, la facultativa menciona que esta patología debe tratarse de forma responsable, no sólo con una dieta equilibrada y rica en ciertos nutrientes, sino que también a través del tratamiento farmacológico. “Éstos ayudarán a poner en marcha la tiroides para alcanzar niveles hormonales normales y evitar complicaciones de salud mayores como cardiopatías, infertilidad, bocio y el coma mixedematoso, que es potencialmente letal”, indica.
Entonces, ante los primeros signos de sospecha se debe acudir a un médico que, a través de un simple examen sanguíneo, despejará las dudas. De ser confirmado, “es de vital importancia que los pacientes comiencen y mantengan sus tratamientos de forma continua y en las dosis correctas, para no complicar el estado de salud general”, finaliza la farmacéutica.
Equipo Prensa
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