Llegaron las vacaciones de invierno. Los niños están felices, pero los adultos enfrentan un clásico dilema: ¿cómo los entretenemos? A veces las familias se estresan pensando en qué hacer: pasear por el al mall, ir a la playa, al campo, al cine, todo para que los niños no se aburran… y en esa pasada, olvidan que muchas veces lo mejor está más cerca de lo que creen.
¿Y si este invierno volvemos a mirar la cocina como ese lugar mágico donde se puede jugar, aprender y, sobre todo, compartir?
“La cocina tiene algo especial. Es de esos rincones donde pasan cosas lindas, donde se conversa sin apuro, se ríe con ganas, se mete la mano en la masa sin miedo a ensuciarse. Donde uno se puede equivocar, volver a intentar, y seguir disfrutando igual. ¿Cuántos recuerdos tenemos de cuando éramos chicos? Las cazuelas con la abuelita, las sopaipillas un día de lluvia viendo monitos en la tele, ese arroz que hacíamos con la mamá o el papá… Son momentos que uno guarda, sabores que quedan en la memoria y el corazón”, comenta Héctor Fonseca, académico de la Escuela de Gastronomía de Universidad de Las Américas.
El experto añade que estas vacaciones de inverno son también una instancia ideal para realizar actividades sencillas y entretenidas en familia. “¿Por qué no planear una salida juntos a la feria o al almacén del barrio? Que los más chicos aprendan a mirar, a elegir, a oler, a reconocer el color de un tomate maduro, el aroma del cilantro fresco, el ruido alegre de los vendedores. Eso también es educación. Enseñarles a comprar con los ojos, con el olfato, con la intuición”, agrega.
“Después, volver a casa y preparar todo. Poner música, lavarse las manos, armar el mise en place (que no es más que ordenar lo que vamos a usar), relajarse y entrar en modo cocina. Sin estrés, sin apuro. Cocinar juntos, aunque sea una receta simple, aunque no salga perfecta. Jugar, inventar, reírse si se rompe algo o si la masa no sube. Porque, seamos sinceros, hasta cuando algo se echa a perder… puede ser un buen chiste para contar después”, señala el académico de UDLA.
Aclara que para cocinar no es necesario tener una cocina gourmet, ni miles de ingredientes. Lo importante son las ganas de cocinar, “preparar una leche con chocolate, cabritas, un queque, calzones rotos o un jugo de naranja exprimido con las manos. Eso ya es un momento. Algo se prenderá en ese instante una conversación, una risa, una emoción. No tiene que ser perfecto, solo tiene que ser compartido”.
“Estas vacaciones de invierno son una excelente oportunidad para volver a estar cerca. No solo dormir más, sino también bajar las revoluciones. Dejar un ratito las pantallas, las tareas, el trabajo, y mirar al otro. Sentarse a la mesa y decir: ‘¡Qué rico te quedó esto!’ o ‘¿Se acuerdan cuando hicimos ese postre que salió pésimo, pero nos matamos de la risa?’. Esos momentos quedan. Esos gestos simples, construyen familia”, enfatiza el profesional.
Tarde o temprano todos deberíamos saber cocinar algo, y si se les enseña a los niños desde temprana edad, les estamos entregando una herramienta para toda la vida. Así que, si este invierno no hay muchos panoramas, no es problema, ya que tal vez el mejor de todos está ahí mismo, en la cocina.
A continuación, el académico de Universidad de Las Américas, comparte una rica receta invernal para preparar en familia:
Calzones rotos con salsa de chocolate
Ingredientes para los calzones rotos:
- 2 tazas de harina con polvos de hornear
- 2 huevos
- 2 cucharadas de mantequilla derretida
- 2 cucharadas de azúcar
- Ralladura de 1 limón
- 1 cucharadita de vainilla
- 1 pizca de sal
- 1 a 2 cucharadas de leche (solo si la masa lo necesita)
- Aceite para freír
- Azúcar flor para espolvorear
Preparación:
- Mezclar los huevos con el azúcar, la ralladura de limón, vainilla y mantequilla derretida.
- Agregar de a poco la harina con sal hasta formar una masa suave. Si está muy seca, agregar una o dos cucharadas de leche.
- Uslerear la masa hasta que esté delgada y cortar en rectángulos.
- Hacer un corte al centro de cada rectángulo y pasar una de las puntas por dentro (la clásica forma del calzón roto).
- Freír en aceite caliente hasta dorar.
- Sacar sobre papel absorbente y espolvorear con azúcar flor.
Salsa de chocolate casera:
- 100 gr de chocolate (ideal 60% cacao)
- ½ taza de crema o leche
- 1 cucharadita de mantequilla
Preparación:
Calentar la crema o leche y derretir el chocolate dentro, revolviendo suavemente. Al final, añadir la mantequilla para dar brillo. Decirles a los niños que unten el calzón roto en esta salsa, seguro que les encantará.