La otra pandemia infantil: sedentarismo digital y riesgo cardiovascular en aumento

El uso prolongado de pantallas en niños y adolescentes está despertando preocupación en la comunidad médica internacional. Un estudio realizado en Dinamarca, publicado en Journal of the American Heart Association, evidenció que cada hora adicional frente a dispositivos se asocia con aumentos en presión arterial, colesterol y resistencia a la insulina, configurando un mayor riesgo cardiometabólico desde edades tempranas.

En Chile, la realidad no es distinta. Una investigación de la Universidad de La Frontera (UFRO) reveló que los niños entre 6 y 12 años pasan entre 5,3 y 6,1 horas al día frente a pantallas, lo que equivale a más de un tercio del tiempo en que están despiertos. Para los especialistas, esta combinación de sedentarismo, mala higiene del sueño y exposición digital excesiva puede tener consecuencias en la salud futura.

Uno de los primeros efectos se observa en el descanso. La luz azul de celulares y tablets retrasa la liberación de melatonina, generando dificultades para conciliar el sueño, irritabilidad y cansancio persistente. Estos cambios impactan el metabolismo y aumentan la vulnerabilidad cardiovascular.

“El uso excesivo de pantallas desplaza el movimiento, altera los horarios de descanso y favorece hábitos alimentarios desordenados. Aunque los cambios parezcan leves, son suficientes para anticipar enfermedades cardiometabólicas en la adultez”, advierte el cardiólogo Dr. Fernando Sánchez, de Clínica Pericardio.

El especialista agrega que el foco debe estar en recuperar hábitos simples, pero sostenidos: “No se trata de demonizar la tecnología, sino de equilibrarla. Un niño que duerme bien, se mueve todos los días y mantiene horarios ordenados reduce de inmediato este riesgo. La prevención cardiovascular empieza mucho antes de lo que imaginamos”.

La Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de Pediatría coinciden en que los menores deben tener límites claros: no más de una hora diaria en niños pequeños y un uso moderado y supervisado en escolares y adolescentes.

Para los especialistas, el mensaje es claro: el riesgo cardiovascular ya no comienza en la adultez. Hoy, la prevención se construye desde la infancia y parte por revisar el rol que ocupa la tecnología en la rutina familiar.

Google News Portal Red Salud
Síguenos en Google Noticias

Equipo Prensa
Portal Prensa Salud