Paula Leiva, Directora Escuela de Trabajo Social UDLA y Gabriela Gutiérrez, académica Escuela de Trabajo Social UDLA

La conmemoración en mayo de este año del centenario de la primera Escuela de Servicio Social en Chile -pionera en América Latina-, invita a reconocer la profunda contribución del Trabajo Social al desarrollo nacional y regional. Este acontecimiento pone en valor el aporte ininterrumpido de esta disciplina en la construcción de un país más justo y solidario, así como su trayectoria y relevancia histórica en el ámbito de las ciencias sociales. Asimismo, exhibe su proyección internacional en la promoción de una acción profesional crítica y comprometida con los derechos humanos. 

A lo largo de un siglo, las y los profesionales del trabajo social han sido actores fundamentales en ámbitos relevantes para la población, como la configuración del sistema público de salud, la implementación de programas de bienestar social y la visibilización de colectivos históricamente excluidos. Para ello, han integrado metodologías participativas y enfoques interdisciplinarios que han ampliado su campo de acción, permitiendo la formulación de intervenciones basadas en evidencia, desde un análisis crítico y reflexivo, así como la producción de conocimiento grupal. 

Del mismo modo, las escuelas de trabajo social se han distinguido por formar profesionales con un sólido compromiso ético y político. Sus equipos académicos lideran investigaciones en áreas prioritarias —como desigualdad social, género y feminismos, niñez y adolescencia, emergencias y desastres, sostenibilidad ambiental, migración y desplazamientos forzados, y cohesión comunitaria en contextos de cambio— generando evidencia clave para orientar políticas públicas e intervenciones sociales situadas. Más allá de transmitir conocimientos, estas instituciones han promovido la dignidad humana y la construcción de redes solidarias que fortalecen el tejido social. 

En el horizonte inmediato, el Trabajo Social enfrenta retos cada vez más complejos, como la incorporación de herramientas digitales e inteligencia artificial sin perder el vínculo humano; el fortalecimiento de sus modelos de intervención ante catástrofes climáticas y emergencias sanitarias; el abordaje de la crisis de salud mental y de las desigualdades intensificadas por la pandemia; la respuesta a flujos migratorios masivos y a la creciente polarización política; así como la articulación de espacios intersectoriales que integren al Estado, la sociedad civil y el sector privado. Frente a estos desafíos, el Trabajo Social está llamado a seguir acompañando, sosteniendo e incidiendo en procesos de recuperación, reparación y justicia.

La celebración de este centenario representa una oportunidad para renovar las estrategias de vinculación con comunidades educativas, organizaciones sociales y medios de comunicación, promoviendo iniciativas que dialoguen con las nuevas generaciones y visibilicen el rol transformador del Trabajo Social. Al mismo tiempo, este momento histórico subraya la importancia de contar con trabajadoras y trabajadores sociales altamente capacitados para contribuir al bienestar colectivo.

Cien años de compromiso inspiran hoy el desarrollo de respuestas innovadoras ante las complejidades del siglo XXI, alimentando un proceso continuo de transformación, en el que la dignidad y los derechos de todas las personas se mantengan como principios rectores de la profesión. 

Este centenario es también una instancia para reconocer a las y los estudiantes, egresadas y egresados, y docentes que han dado vida a esta historia, construyendo desde sus territorios prácticas transformadoras, reflexivas y profundamente humanas. 

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