Este lunes 20 de enero los jóvenes que dieron la PAES conocerán los resultados de la selección universitaria. La ansiedad con la que muchos dieron la prueba podría acentuarse al no conseguir lo esperado. Validar esa emoción, reforzar la red de apoyo, fomentar un proceso de reflexión y generar un plan de acción y rutinas de autocuidado, son algunas de las recomendaciones de la psicóloga de Clínica Las Condes, Francisca Lobos.
Cientos de jóvenes esperan el lunes 20 de enero con ansias. Al mediodía sabrán si quedaron seleccionados en la carrera que anhelaban, y en la universidad de su preferencia. La emoción principal que experimentan muchos jóvenes en esta etapa es la ansiedad, la cual a menudo los lleva a sobrepensar posibles resultados negativos, reduciendo su flexibilidad para adaptarse si las cosas no salen como esperaban. Además, las expectativas de los padres, pares y establecimientos educacionales pueden aumentar esta presión.
“El sistema educativo, en muchas ocasiones, se centra únicamente en preparar para rendir una prueba, sin potenciar habilidades como la reflexión, la resiliencia y la autoconfianza. Algunos estudiantes necesitarán rendir la prueba más de una vez, explorar nuevas opciones o buscar apoyo profesional, y todo ello es completamente válido”, destaca la psicóloga de Clínica Las Condes, Francisca Lobos.
Es importante evitar las comparaciones. Cada persona tiene su propio ritmo de aprendizaje y crecimiento. Lo que para uno puede parecer un éxito, para otro puede ser percibido como un fracaso. “Comparar solo genera emociones difíciles de procesar y puede desmotivar al joven”.
La especialista destaca que estos desafíos pueden representar una oportunidad para madurar y realizar elecciones más reflexivas que cuando recién terminan la etapa escolar.
“Si los resultados no son los esperados, la ansiedad puede intensificarse, especialmente si el joven no tenía un plan alternativo. A esto se suma la presión social, que puede dificultar un manejo saludable de la situación. Por eso es crucial que se fomente un proceso de reflexión personal para comprender los resultados y tomar decisiones conscientes, evitando actuar desde la incertidumbre o la frustración”, precisa la psicóloga de Clínica Las Condes, Francisca Lobos.
La recomendación es validar las emociones -ya sean ansiedad, frustración, desilusión o temor a decepcionar a la familia- que puedan surgir en el o la joven. “Es importante reforzar las redes de apoyo y permitir la expresión de estas emociones, reconociendo que ha sido un proceso difícil. También se debe destacar que los resultados de una prueba no definen la vida de un estudiante”, puntualiza Lobos.
Un consejo práctico es visualizar diversas alternativas y generar un plan de acción, que puede tener muchas alternativas, por ejemplo:
- Inscribirse en un preuniversitario intensivo.
- Prepararse para rendir la PAES de invierno, enfocándose en las áreas que necesitan mayor refuerzo.
- Buscar apoyo personalizado con profesores especializados que brinden más seguridad en el proceso.
- Evaluar si se requiere ayuda profesional para recibir orientación vocacional o apoyo emocional, especialmente para manejar las expectativas propias y las de la familia.
- Si es posible, se puede evaluar tomar un año sabático. Este período puede ser una oportunidad para aprender nuevas habilidades, explorar el mundo laboral a tiempo parcial o estudiar un idioma, mezclando descanso con experiencias enriquecedoras.
Se recomienda también establecer rutinas, horarios y actividades de autocuidado. Incorporar ejercicio físico puede ser especialmente beneficioso para reducir el estrés y promover el bienestar general.
Lobos pone énfasis en lo fundamental que es el apoyo de los padres en este proceso, promoviendo la flexibilidad y comprendiendo que este es un período natural de transición en el que los jóvenes, aún en la adolescencia, pueden necesitar tiempo y experiencias para madurar.
“El amor y el apoyo constante potencian el aprendizaje, mientras que la rigidez y el castigo generan emociones como el miedo, que pueden derivar en depresión y frenar el desarrollo personal. Permitir que los jóvenes transiten este proceso a su propio ritmo puede marcar la diferencia en su desarrollo personal y académico”, explica.
Equipo Prensa
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