- El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) afecta a miles de niños, adolescentes y adultos en Chile, impactando su día a día no solamente en la escuela, el trabajo y relaciones sociales, sino que también en cosas cotidianas.
- A pesar de su prevalencia, la condición sigue rodeada de mitos y estigmas, oscureciendo la realidad de quienes viven con ella y dificultando el acceso a los apoyos necesarios.
- El llamado es a aceptar que existen diferentes funcionamientos cerebrales y eso no nos hace mejor o peor que el resto, sino que nos enriquece como sociedad.
El TDAH es definido por la Asociación Americana de Psiquiatría como una condición médica del ámbito de la salud mental, caracterizada por un patrón de hiperactividad-impulsividad o inatención. Lo que vemos en la práctica clínica a diario es que va mucho más allá de eso, existen reales desafíos en las funciones ejecutivas que alteran la calidad de vida de las personas.
Es un “trastorno” frecuente en la niñez y adolescencia, por lo que interfiere en el desenvolvimiento social y escolar de los menores.
Pero, ¿es realmente un «trastorno» en el sentido tradicional? La Dra. Melissa Álvarez Majmut, neuróloga y directora del Espacio terapéutico Neuro Estímulo, es una de las voces que impulsan cambiar el paradigma médico tradicional a una mirada más amable, empática y que aborda a la persona como un todo. Desde esta perspectiva, es enfática en que “no hay un cerebro cien por ciento igual a otro y debemos respetar los potenciales y desafíos de cada persona”. Nos explica además, que cuando hablamos de Neurodiversidad, nos referimos a la variación infinita en el funcionamiento cerebral como una característica natural de la población.
La profesional afirma rotundamente que las neurodivergencias, que incluye el TDAH y otras condiciones como el autismo y la dislexia, «no debemos verlo como una enfermedad, si no que es una variación, ni mejor, ni peor, simplemente diferente». Aunque los manuales de diagnósticos formales como el DSM-5 sigan usando la palabra «trastorno», la comunidad neurodivergente y muchos profesionales prefieren el término «condición» o simplemente referirse a la persona como autista o TDAH, para desterrar la connotación negativa y el estigma que genera.
ROMPIENDO MITOS
- El TDAH es “una condición rara o poco frecuente”
Uno de los mitos persistentes es que el TDAH es raro o un problema menor. Las cifras dicen lo contrario:
- La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó en 2017 que entre un ocho y un doce por ciento de niños y adolescentes a nivel mundial lo presentan.
- En Chile, la prevalencia en escolares alcanza entre 6-10%, en adolescentes hasta 6% y en adultos hasta 4%, dependiendo de las series.
- El TDAH conlleva discapacidad
Otro mito común, es que implica una discapacidad intelectual. Al respecto, la Dra. Álvarez Majmut aclara que “el TDAH no está asociado a discapacidad intelectual de base, es más, cuando coexiste con discapacidad intelectual podemos explicar desde ese diagnóstico manifestaciones que pueden ser confundidas con TDAH y sin ir más lejos, tenemos coexistencia de TDAH con Altas Capacidades Intelectuales”.
- Debes “curar” tu TDAH
La neuróloga enfatiza que no se trata de «curar» el TDAH, sino de proporcionar «apoyos» individualizados. El manejo no solamente es el apoyo farmacológico, si no que podemos ayudar también con prácticas no farmacológicas, como por ejemplo el ejercicio físico, sesiones de terapia ocupacional, psicoterapia, entre otras. El objetivo es ayudar a la persona a alcanzar su máximo potencial y desarrollo de sus habilidades, haciendo la vida más fácil en un entorno a menudo poco empático.
- “Molestos y ruidosos”
A pesar de ser una variación natural, los niños, niñas y adolescentes con TDAH a menudo enfrentan estigma y exclusión en el ámbito escolar, siendo calificados con términos como «molestos/as» o «ruidosos/as» y sí, efectivamente puede estar asociada la hiperactividad, pero no en todos los casos. Esta discriminación y falta de comprensión impactan profundamente en el autoestima de las personas, sobre todo adolescentes y adultos.
La Dra. Álvarez es categórica: “la calidad de vida de una persona neurodivergente depende del conocimiento que la sociedad tenga de la condición. Educar e informar son las herramientas más efectivas para combatir la ignorancia y el estigma, sentando las bases para una sociedad verdaderamente inclusiva que valore la diversidad”.
Adoptar la mirada de la neurodiversidad es el primer paso para derribar mitos y construir un futuro donde todas las mentes sean reconocidas y valoradas.