Desde el hemograma hasta la citometría de flujo: los exámenes que permiten detectar anemia, leucemia y trastornos de coagulación de forma precisa y oportuna.
Los exámenes de sangre son herramientas fundamentales en la práctica clínica para detectar, monitorear y guiar el tratamiento de diversas patologías hematológicas, como la anemia, leucemia, trastornos de coagulación y otros desórdenes sanguíneos.
Ruth Novoa Fischer, directora de la Escuela de Tecnología Médica de la Universidad Andrés Bello, explica que el hemograma completo entrega una visión general del estado de las células sanguíneas. Evalúa glóbulos rojos, blancos y plaquetas, y permite calcular parámetros como el VCM, HCM y CHCM, útiles para clasificar distintos tipos de anemia. Además, la presencia de células anormales o blastos en el frotis puede sugerir leucemia y requerir estudios complementarios.
La académica añade que, para casos de leucemia, “además del hemograma, se pueden realizar frotis de sangre y estudios de médula ósea, complementarios y fundamentales en el diagnóstico de leucemias y otros trastornos hematológicos. La biopsia de médula ósea permite evaluar la celularidad, presencia de células anormales, fibrosis o infiltrados, y realizar estudios citogenéticos y moleculares que identifican alteraciones genéticas específicas».
En cuanto a los trastornos de coagulación, se aplican pruebas especializadas como “el tiempo de protrombina (PT), tiempo de tromboplastina parcial (TTP) e INR, que miden cómo está funcionando el sistema de coagulación”, detalla.
Respecto a la interpretación de estos exámenes, Novoa señala que “el hemograma en general proporciona información sobre la cantidad y calidad de las células sanguíneas”.
Asimismo, dice, que los “niveles bajos de glóbulos rojos y/o hipocromía pueden indicar anemia, mientras que un aumento en los glóbulos blancos puede sugerir infecciones o leucemia”.
Nuevas tecnologías
La incorporación de tecnologías avanzadas ha permitido diagnósticos más precisos. “Hoy en día, se utilizan tecnologías avanzadas como la citometría de flujo, que permite no solo contar células, sino también caracterizar su tamaño, granularidad y expresión de marcadores específicos en la superficie celular, facilitando la clasificación de leucemias y linfomas. La citogenética y las pruebas moleculares, como la PCR y secuenciación, detectan alteraciones genéticas que no solo confirman el diagnóstico, sino que también ofrecen información pronóstica y predictiva para terapias dirigidas con gran precisión”, indica la directora de la UNAB.
Sobre el valor clínico de los análisis de coagulación, la directora es enfática: “Son fundamentales. Estos análisis permiten evaluar cómo está funcionando el sistema de coagulación, identificar riesgos de sangrado excesivo o formación de coágulos, y ajustar tratamientos anticoagulantes u otros procedimientos médicos”.
Finalmente, Ruth Novoa subraya la importancia del profesional en Tecnología Médica para asegurar resultados confiables: “Los tecnólogos deben seguir protocolos estrictos de toma de muestra, calibración de equipos, control de calidad y capacitación del personal, asegurarse de que las muestras sean etiquetadas o rotuladas correctamente, manipularlas con cuidado para evitar contaminación o hemólisis, y transportarlas en condiciones adecuadas”.